Alerta

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Lorcan

Mis planes están en marcha y solo hace falta días para lograr lo que quiero y es desestabilizar mientras tanto me divierto destruyendo las bodegas de la alianza negra que me tiene harto. Veo como mis hombres descuartizan y queman rostros sin piedad alguna al tiempo que yo arrastro al encargado afuera dejándolo en el suelo antes de rosearle gasolina, el hombre se remueve asustado y rio.

— ¿Dónde está su líder? —cuestiono y él escupe a mis pies.

—No soy como sus hombres, yo sí le soy leal a mi jefe —masculla y levanto las cejas.

— ¿Quién es tu líder? —pregunto con tranquilidad recibiendo el encendedor de Adriana. Tose sangre y vuelve a escupir antes de removerse por la bota que entierro en su estómago.

—El desterrado —responde por lo bajo y retrocedo antes de lanzarle el encendedor que le prende fuego iluminando el lugar.

— ¿El desterrado? —cuestiona Adriana y resoplo.

—Ya luego sabrás, sinceramente no creí que lograra salir —suelto molesto regresándome a la camioneta que se pone en marcha cuando la mujer sube a mi lado, demando y segundos después la explosión ilumina el camino oscuro.

Las horas pasan y veo la nieve, el camino es horrible ya que tuvimos que encontrar uno alternativo porque la víbora ordenó cerrar las fronteras, pero se equivoca si cree que eso me detendrá. Sonrío al ver la fortaleza a lo lejos y bajo dejando a la mujer dentro del auto.

—Te veo luego —Es lo último que dice antes de que seguir su camino.

Sonrío posándome en el borde de la colina ajustándome mi mascara, bajo tranquilamente antes de comenzar a moverme rápido mandando al piso a los guardias antes de treparme por la estructura de piedra. Gruño cuando mis manos se cortan y maldigo cuando llego al final y con cuidado abro la ventana dejándome caer sobre la alfombra, escucho como tararean y me deshago de mi mascara cuando la punzada atraviesa mi pecho y el orgullo me toma. Su cabello rubio cae en su espalda y el perro duerme a sus pies mientras ella lo acaricia y tararea una canción. Doy un paso cuando el frío de un cañón toca mi sien, respiro hondo apartando la mirada de la niña y me giro encontrándome con un rostro que se torna pálido al reconocerme, y sonrío antes de hablar:

—Que gusto verte, Cerbero.

La mujer de cabello negro baja el arma de golpe retrocediendo con el pánico estampado en el rostro, sus rasgos sobresalen entre la leve iluminación y sonrío ante su expresión. Todos creen que estoy muerto, eso va a cambiar, pero cuando yo lo quiera.

— ¿No hablas? —Cuestiono divertido y ella niega.

—Tú estás...

— ¿Muerto? Eso quisieran —respondo y ella intenta moverse en dirección a mi hija— das un solo paso más y no habrá quien te salve, porque si llego a decirle que tú...

Sonrío cuando apunta su arma hacia mí y giro mi cabeza con curiosidad. La gente es demasiado rara ya que tienen esa necesidad de querer, de apegarse a los demás para luego tener miedo a perderlos. Apegarse es ser débil, darle una oportunidad para que te jodan.

—Por ahora tampoco me conviene y a ti tampoco, es por eso que quiero que me des el arma y que te arrodilles en la esquina —demando antes de arrebatarle el arma.

—Друг! —exclama la voz que me remueve el pecho haciéndome girar dejando el arma en la cinturilla de mi pantalón.

‹‹Amigo››.

—Cobra —susurro recibiéndola en mis brazos y respiro hondo cuando deja su cabeza sobre mi hombro.

—Oreo es muy bonito y suave, se comió un pájaro —susurra y sonrío—mi mamá se molestó un poco —agrega y la llevo conmigo al espacio que tiene para jugar.

Destrucción [E #2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora