Danny también se dio cuenta y quiso rehuirme. Con
rapidez, le quité de nuevo la llave, la tiré en una esquina junto con mi bolso y le rodeé el cuello con los brazos. Seguramente tiré de él hacia mí y estuvimos unos momentos mirándonos a los ojos.
Se me aceleró el corazón y también la respiración.Él abrió la boca para decir algo y yo aproveché la oportunidad para apretar mis labios contra los suyos. Me devolvió el beso con cautela, mientras yo deslizaba lentamente mis manos desde sus hombros al pecho. Se estremeció inmediatamente, me agarró por las muñecas y me las inmovilizó detrás de la espalda.
—No puede ser— susurró, con sus labios todavía sobre los míos.
—¡Oh, ya verás como sí puede ser!
Se rio por lo bajo.
—No digas tonterías, ni siquiera tengo condones en casa.
—Suéltame un momento, por favor.
A regañadientes, me soltó las manos y me separé de él, levanté mis pantalones del suelo, metí la mano en el bolsillo y saqué triunfalmente el preservativo.
—¡Vamos, por favor!— protestó, poniendo los ojos en blanco —Para ya, es demasiado peligroso.
—I don't care— respondí, citando a conciencia una de sus frases favoritas.
No era cierto del todo. Por supuesto que tenía miedo, pero ese sentimiento siempre iba a estar presente y no tenía la intención de convertirme en una esclava de mi temor. Así que me hice la sorda e ignoré mi voz interior, que desde hacía unos minutos quería recordarme que, poco antes, me había mordido el labio hasta que sangró.
—Jessica...— empezó Danny.
—¡Chissst!— siseé, besándolo de nuevo. Él lo soportó, pero esta vez no me devolvió el beso.Con cuidado, deslicé las manos por encima de su pecho. Noté como se tensaba inmediatamente bajo el contacto y me detuve. Entonces lo agarré por las caderas y tiré de él hacia mí. Sentí su erección y dirigí las manos tímidamente hacia delante. Inspiró profundamente y retuvo el aire.
Había cerrado los ojos y le temblaba débilmente el labio inferior. Seguí avanzando poco a poco con las manos.
De pronto retrocedió y empezó a caminar hacia atrás hasta que tocó con la espalda en la pared.Lo seguí mientras él, casi implorando, me decía:
—No me acorrales...
Le dejé vía libre, lo agarré por el codo y lo llevé de nuevo hasta el centro del salón.
—Hoy tendrás que confiar en mí— susurré, con mis labios en su cuello.
—El automóvil... Tengo que aparcarlo bien— Fue su último intento desesperado de evitar lo inevitable.
Lentamente lo conduje hacia el dormitorio.
—¡Al diablo el maldito automóvil!.
•••
Me desperté con una luz cegadora y los trinos de los pájaros colándose por la ventana abierta.
Medio dormida, parpadeé para acostumbrarme a la claridad y me di cuenta de que tenía la cabeza
apoyada sobre el pecho de Danny. Volví a acurrucarme e inspiré profundamente. Me invadió un cálido y agradable sentimiento de felicidad y deseé con toda mi alma que ese instante durara para siempre. Su respiración regular me reveló que todavía estaba dormido. Aproveché la oportunidad para observarlo con tranquilidad. De nuevo me pregunté cómo se podía ser tan guapo impunemente, aunque en realidad él ya había pagado un precio muy alto.
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Tan cerca del horizonte © [#1]
Teen FictionJessica es joven, disfruta de una vida sin complicaciones y tiene por delante un futuro prometedor. Entonces, una noche, conoce a Danny, un chico de veinte años que tiene todo lo que ella sueña: buena presencia, éxito, independencia y dinero. La...