El comedor? ¿Pero cuántas habitaciones tenía la casa? ¿Para qué necesitaba una persona tanto espacio?
«¡No está solo, Jessica!».
Atravesé la puerta abierta con decisión. La chica que había visto la noche anterior en el sofá me recibió con una gran sonrisa. Christina. Era muy menuda y considerablemente bonita.
—Buenos días, Jessica —gorgoriteó.
En cualquier otro sitio y en cualquier otra situación me habría resultado simpática en el acto, pero ya había decidido odiarla profundamente para siempre. La ropa que llevaba no hizo más que incrementar mis recelos.
A pesar de que era otoño, llevaba unos mini shorts y un top de tirantes escotadísimo. Sus generosos pechos se perfilaban muy claramente bajo la tela y se balanceaban a cada paso que daba. Para ella el sujetador debía de ser algo superfluo. Me examinaba desde unos ojos de color verde esmeralda. Su mirada me atravesaba casi tanto como la de Danny. Si hubiera
tenido los ojos azules, habría pensado que eran hermanos solo por la intensidad del color. Sin
embargo, no se parecían en nada más.—Siéntate, vamos —me pidió Christina con amabilidad, mientras me acercaba una silla.
—Muchas gracias —acepté.
—Danny ha salido a correr. Debería estar de vuelta pronto. No contaba con que te levantarías tan temprano. ¿Quieres café?
—Sí, gracias— Se inclinó sobre la mesa y me llenó la taza. Sin poder evitarlo, clavé los ojos en su escote y pude ver todo lo que había que ver. La envidia me hizo hervir la sangre al pensar que quizá todas las mañanas le servía a Danny el café de esa manera.
Me pasó la leche y el azúcar. Sobre la mesa había panecillos del día, mantequilla y varios tipos de mermelada.
—¿Y tú quién eres? —pregunté. Me bebía el café deprisa, a pesar de que todavía estaba demasiado caliente.
—Christina— respondió —Pero todo el mundo me llama Tina.
—Sí, eso ya lo sé. ¿Esto es un piso compartido?
Sacudió la cabeza con gesto defensivo.
—No, esto es la casa de Danny, yo solo estoy aquí temporalmente— Se encogió de hombros con aire de resignación —Mal ambiente en casa, ¿entiendes?
—¿Y él fue tan amable de ofrecerte su sofá?— La idea me irritaba.
—En realidad tengo mi propia habitación. Me quedé dormida en el sofá.
¿Una habitación propia para alguien que solo estaba aquí temporalmente? ¿Cuánto tiempo era temporalmente?
—Puedes estar contenta de que me durmiera en el sofá, si no nunca habrías acabado en la cama de Danny—prosiguió. Hizo una pausa dramática antes de añadir —Por desgracia tengo que decirte que él, en cambio, durmió en mi cama.
¿Acaso me estaba provocando? Decidí ceder a la provocación.
—¿Habéis dormido juntos en la misma cama? Qué bonito...
Christine sonrió.
—No, ayer no. Yo estaba en el sofá. Pero a veces también duermo en su cama, sobre todo cuando no puedo dormir o cuando me siento sola.
—¡Qué conmovedor!
En ese momento Danny entró en el comedor. Mi corazón dejó de latir por un instante.
—Buenos días— saludó. Llevaba ropa de deporte y estaba sudado de la carrera. Tenía el pelo enmarañado y me dirigió una gran sonrisa —Has sobrevivido, ¡qué milagro!
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Tan cerca del horizonte © [#1]
Teen FictionJessica es joven, disfruta de una vida sin complicaciones y tiene por delante un futuro prometedor. Entonces, una noche, conoce a Danny, un chico de veinte años que tiene todo lo que ella sueña: buena presencia, éxito, independencia y dinero. La...