•IV• Primum Tempus

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Esto es loco. Completamente loco.

¿Qué estaba pensando?

Quizá la sugerencia de Lian no fue la mejor que pudo optar en hacer, y de hecho la descartó de sus planes porque según Min Minyi la probabilidad de llevar acabo el acto es un 99.9%.

¿Pero qué hay del ese 0.1%? ¿Debería contarlo?

Joder.

Los pies comenzaron a jugarle una mala pasada. Caminó tranquilo por los pasillos, sin problema alguno de tropezar ante los nervios y la ansiedad de qué decirle luego de su rivalidad con él. Habían discutido, se dijeron cosas realmente estúpidas, se trataron como perro y gato. Joder, hasta esos animales suelen llevarse bien y ellos no.

¿Realmente podrían retomar es amistad por años? ¿Podrán retornar esa algarabía y paz que tuvieron el primer día?

Ay, Diosa Luna, debe ser una broma.

Debe dejar a la deriva los pensamientos, debe olvidarse por completo de todo su orgullo. Porque Dios, ese es el principal obstáculo. Su jodido orgullo.

Tal vez en el trayecto no debió cantar victoria, cinco miembros de la servidumbre le quedaron mirando de par en par a manera que siguió caminando, como si su imagen fuera la más impresionante de todas -que de hecho lo es- y el ladrón de algunos suspiros acompañados de sonrojos. Y ante la vergüenza su cara casi encontró el suelo, el mismo con finas losetas de mármol pulido. Para un plus llevaba consigo la botella de vino.

Si, sería un desastre si algo malo pasara.

Aspiró y exhaló fuerte al tener la puerta de los aposentos del alfa frente a él, debatiéndose mentalmente si tocar, abrir, hablar, o salir corriendo como un completo cobarde. Pero aunque quisiera, Minyi no se jactaría en hacerlo, no después de reunir todo el valor para llegar hasta allí.

Las manos le temblaban y sudaban, los pies jugueteaban ansiosamente entre ellos con los dedos sobre el otro. Dios, estaba muy expuesto, a tal punto que sintió una ventisca acariciarles las piernas en un escalofrío.

Se arrepiente. No debió obedecerle a Lian en vestirse así. Fue una pésima idea.

Levantó su mano en puño frente a la madera y cerró los ojos, llenándose de valor. Pero el sonido de la puerta abrirse fue lo que le hizo brincar en su sitio y tragar fuerte al encontrar la imagen más sexy que pudo ver.

Jeongsan tenía una camisa de fino algodón abierta y pantalones de lino crema, los abdominales marcándose demasiado bien con algunas gotas de agua deslizarse de su cuello hasta su pecho, y oh Dios, lentes, Jeongsan traía lentes dorados que le hacían ver más guapo de lo que es. Y Minyi no iba a negar que realmente le quedan bien.

Quería desmayarse. Oh cielos, definitivamente lo haría.

— ¿No fuiste a aullar?— Jeongsan le preguntó recostando el cuerpo en la puerta blanca con decoraciones en dorado, colocando el antebrazo al filo de la misma mientras mantenía una mano dentro de los bolsillos de sus pantalones.

—Si estoy aquí es porque no fui ¿No?

Oh

El alfa sonrió con un leve meneo de cabeza, cruzando los brazos, pero la posición se desvaneció enseguida al observar al omega, vestido únicamente con una camisa blanca manga larga de seda y ropa interior. Ni pantalones, ni calcetas, ni calzado, solo esas dos prendas. Lo que le hizo ruborizar y tragar fuerte ante tan preciosa imagen, como un ángel.

No, no.

Como un Querubín.

— ¿Viniste hasta aquí vestido así?— le preguntó preocupado, con expresiones serias. Minyi se encogió poquito y con la mirada baja asintió—. Joder, no hagas eso. Hay alfas aquí y-

ETERNITY | DUO KJS&MMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora