•X-IV• Voluptas

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Minyi se mantuvo en silencio todo el camino restante hasta la mansión. Había cierta tensión en el auto que Amber no pudo pasar por alto.

Fue obligada durante el trayecto a parar el vehículo cuando el pequeño omega comenzó a jadear, el aire se sentía extremadamente asfixiante y pesado, le estaba mareando de manera atroz hasta del punto volver a tener esas horribles náuseas en su garganta.

Trató de vomitar, Amber le ayudó en lo posible, de sostener una bolsa -que menos mal tenían allí- hasta sobarle suavemente la espalda, su corazón estrujándose en preocupación cuando el esfuerzo no daba resultados. Minyi solo salivaba a más no poder, pero no había ni un solo rastro de vómito. Había vaciado por completo su estómago en la empresa, obviamente no iba a quedar nada.

Después de unos minutos llegaron a la mansión. La alfa movió levemente el cuerpo del menor cuando este se había quedado dormido, y lo prefería así antes que los malestares volvieran a torturarlo. Volvió a moverlo con suavidad, no quería despertarlo de golpe, ha estado muy mal y sería muy cruel de su parte generarle cualquier tipo de movimiento brusco.

Luego de unos segundos Minyi despertó, parpadeando poquito con sus bonitas pestañas blancas que dejaban al deleite de todos sus orbes avellanas, más Amber no pudo pasar por alto el extraño detalle de aquellos ojos.

No habían brillo.

—Majestad ¿Cómo se siente?— la alfa le preguntó suavemente desde el volante, prestando atención como el otro se removió en el asiento, encarándola.

—No me siento bien. Pero tengo hambre— Minyi trató de sonreír en un intento de no preocuparla. Pero ¡Por Dios! ¿En serio? ¿No preocuparla?

Amber ladeó la cabeza, con una sonrisa suave en sus labios por lo último. Le alegra escuchar eso, el tener apetito es una pequeña y buena señal.

—Deberías ir al médico. Estos días han sido demasiados estresantes para ti, tu cuerpo está reaccionando por toda la presión— le sugirió con la mirada al frente— Y tú más que nadie sabe la vulnerabilidad de tu sistema, tu condición...

—Ya sé— le cortó enderándose apenas, debido a que el auto volvió a moverse, con dirección al garaje— ¿De qué me sirve tener esta condición si mi jodido cuerpo no puede soportarlo? Ni siquiera puedo soportar un resfrío, es una mierda.

—No digas eso— Amber le reprendió con el ceño fruncido. Minyi se cruzó de brazos en el asiento y miró al frente, queriendo patear algo como siempre trataba cuando estaba de mal humor. Pero simplemente no podía, y no porque no había qué patear, sino porque se sentía demasiado débil, sus movimientos se tornaron lentos y sin fuerza.

Era inútil.

Entre quejas, el omega bajó del vehículo, sus tambaleos eran totalmente torpes y descordinados. Amber tuvo que sujetarlo del brazo cuando casi encuentra el suelo, y ante aquello rió, rió como un loco asustando a la alfa. Y no es que quiera dejarlo tirado, sino que no entendía el motivo de esa risa, cual de a poco se volvió en una carcajada.

—Levántate— ella le ordenó sujetando su cintura tras caer en la puerta del garaje.

—Mira Noona, soy mi papá Jimin. Estoy en el piso.

—¡Por la Diosa Luna! ¡Levántate!

Y Minyi volvió a carcajear, sosteniéndose con más precisión de la mujer, hasta que paró en seco en la puerta de la mansión.

Una presencia.

Oh cielos, está seguro de esa presencia tan familiar, no se puede equivocar. Y es que ¡Dios!, esa presencia es la misma que quiso ver desde hace días, desde el baile de la Luna roja, cuya compañía no duró mucho porque debía regresar a Busan.

ETERNITY | DUO KJS&MMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora