•XX-III• Anima

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Su estadía en la casa Jeon no duraría mucho, Minyi lo supo cuando llegó el día del ultrasonido y se obligó a regresar a Seúl, obviamente en compañía de Jeongsan. Y no es que en algún momento no lo haya pensado, de hecho se olvidó de un detalle en particular. El mismo día por la mañana se llevaba a cabo la graduación del alfa.

Oh, cielos.

Las ansias por ir lo carcomieron de sobremanera, hasta el punto de llorar por la compañía del mayor en cuanto éste lo dejó en la mansión Min, explicándole previamente el porqué de su inasistencia.

Su vientre.

Odiaba mantenerlo en secreto, pero también no tenía elección que hacerlo.

"El hijo de la luna, un joven de diecisiete años en espera de los cachorros del príncipe de príncipes de la nación"

¿Qué pensarían la gente?

Santa mierda.

Su tranquilidad se vio interrumpida por los toques de la puerta y en cuanto ladeó su cuerpo Jimin ingresó, sonriente, con una bandeja en la mano en lo que trataba de no tropezar con los samoyedos quienes mantenían en vigilia a Minyi.

—Hola, pensé que querías comer algo— el pelirrosa le dijo despacio, acercándose a la cama donde el menor estaba recostado boca arriba.

—Estoy con náuseas desde la mañana, no me apetece nada.

— ¿Ni siquiera un té?

Era un poco extraño, como si Jimin quisiera ganar méritos, por lo que aceptó y se reincorporó, colocando dos almohadas detrás de su espalda para mayor comodidad. Sin embargo no dejó a su padre tomar asiento en la cama, sería una desgracia para él si su nido cuál tanto le costó armar se desacomode, aunque sea un poquito.

La bandeja yació sobre sus muslos desnudos, no importándole el frío del metal a pesar de poder optar en bajar la tela de sus shorts. Escrutó la misma, un té de menta y unas galletas de vainilla ser los provocadores de su apetito, pero en cuanto ingresó la primera galleta a la boca, las náuseas retornaron, absteniéndose a tragar, regresando el bocado en una servilleta, haciéndola bolita en su mano.

—Lo siento— murmuró, en voz baja, recibiendo la mirada apacible de Jimin, sentado en un puff a su lado— Mi estómago no quiere cooperar, en serio quiero comer, pero... pero no puedo...

—No es tu estómago, bebé, son ellos. No tienes porqué justificarte.

—Pero siempre aceptan lo que Jeongsan me trae, ¿Por qué con otras comidas no? ¿Ellos lo reconocen? Es imposible, son demasiados pequeños.

Jimin le sonrió, acariciándole el cabello mientras le acompañaba con una taza de té.

—Tú eras así. No aceptabas nada que no fuera por parte de tu papá Yoon, eras muy quisquilloso— comentó, terminando de revolotearle el cabello— Aun lo eres.

Y Minyi rodó los ojos, dejando la taza en la bandeja, está en la veladora a un costado de la cama. Se volvió a recostar, suspirando ante la comodidad de su nido, arreglando una camiseta que hurtó de las cosas del alfa.

No recordaba la tranquilidad de un nido, de hecho jamás construyó uno, ni siquiera cuando en sus celos. El mayor recuerdo de un nido es el de su padre, Jimin lo hacía a menudo y él era su invitado estrella, reiteradas veces prohibía a Yoongi entrar e incluso acercarse, según "lo iba a desordenar" una excusa gratamente falsa.

—La graduación de Pudín lo pasarán por televisión ¿Quieres verlo?— el mayor le sugirió, levantándose para tomar la bandeja.

Dios, muere por verlo. Minyi no pudo asistir por obvias razones y en cuanto Jeongsan le pidió quedarse hizo un berrinche, cual él ni siquiera lo cree haber hecho.

ETERNITY | DUO KJS&MMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora