•XX-VII• Interitus

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Dolía.

Absolutamente todo dolía.

Minyi no recordaba cuando fue la última vez que sintió tanto dolor en su cuerpo. En su cuello, espalda, piernas...

Su vientre.

Quejó suavemente y sintió su cuello inmóvil, como si algo le impidiera hacerlo, y lo supo tras abrir los ojos y encontrar una cosa blanca y dura rodearle la zona.

Un collarín.

Uno incómodo que le hizo quejar y removerse. Pero al hacerlo una tortuosa punzada impactó en su abdomen, un dolor agudo acompañado de un ardor como demonios.

¿Qué? ¿Qué mierda-?

Pasó su mano sobre sí y la sangre se le heló al no sentir nada. Su vientre yacía hinchado, un poco flácido tal vez, y doloroso con el simple roce de sus dedos.

Pero vacío.

Miró horrorizado su alrededor. Una habitación absolutamente blanca, pequeña, pero muy bonita, y supo en donde estaba por el olor a alcohol quirúrgico y aromatizantes.

La clínica de Donghae, lo dio por seguro.

Jadeó inquieto, para acto seguido enderezarse en la camilla, un fuerte sollozo escapándose de su boca.

La sutura de la cesárea dolía horrores, sabía que tarde o temprano le iban a realizar, era el único método para dar nacimiento a los cachorros, pero jamás pasó por su mente que la recuperación sea una osadía.

No esta clase de osadía.

—No te levantes.

Buscó rápidamente de un lado a otro, medio desorientado pero lo suficientemente cuerdo para recaer en la puerta, y encontró a Jeongsan entrar, acercándose rápidamente a la camilla a recostarlo, sus manos sobre sus hombros con un poco de presión ante los gestos impasibles del omega.

—Los cachorros— soltó Minyi impaciente, sus manos con las vías en las del alfa para quitarlas, inútilmente tras volver a recostarlo a la camilla. Pero recibió una expresión suave y tranquila que logró impacientarlo más, su lobo haciéndole desesperar por una respuesta.

—Tranquilo-

—Jeongsan, los cachorros— soltó alzando la voz y arrugó las sábanas en sus puños al recibir otra punzada en la sutura— ¿Dónde están mis cachorros?

El mayor apretó los labios y una mano fue a la impropia, acariciándole con cariño su dorso, transmitiendo confort ante la alteración de su lobo activo, sus orbes amatistas siendo los delatadores.

—Están en cuidados intensivos, los están monitoreando. Son prematuros
— dijo bajito, casi en un susurro, miles de dagas incrustándose en su pecho cuando los bonitos ojos del omega se aguaron, sus atisbos amatistas casi nulos viéndose brillantes— Terroncito, ellos estarán bien. Tienen doctores cuidándolos con su propia vida, lo están haciendo bien.

—T-todo esto es mi culpa— Minyi susurró, su voz agudizada en las últimas dos palabras. Intentó llevar las manos a su rostro, amagando presionar sus ojos para retener las lágrimas, pero las mismas salieron sin permiso, doliéndole hasta el alma por el hecho de mantenerse callado, de no haber huido cuando su propio lobo le pidió.

Su culpa, su culpa, su culpa, su culpa.

Nadie le haría cambiar.

—No lo es, no es tu culpa. El único culpable fue ese alfa. Tú no— Jeongsan le murmuró, tomando sus manos, llevándolas a su boca donde sus labios yacieron en sus nudillos— Tú solo te defendiste de la mejor manera, sin llegar a la violencia y solo con palabras. Si no optaste otro método fue por los cachorros, por el bienestar de los tres. No es fácil lidiar con tipos como ese sin llegar a la violencia física.

ETERNITY | DUO KJS&MMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora