•X-VIII• Liberty

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— ¡Larga vida al rey Kim Hamin! ¡Larga vida al rey Kim Lian! ¡Larga vida a los reyes de Incheon!

La gente vitorearon en un sin fin de alabanzas, exclamando eufóricos a los proclamados reyes de Incheon en una calurosa tarde de verano.

Los festejados saludaban con sus manos alzadas, sonrientes con sus mejillas sonrojadas y torsos girando de un lado a otro hacia el pueblo desde el carruaje, una muy bella con dos pajes tras ellos y cuatro caballos blancos adelante conducidos por un cochero.

Habían llegado a su siguiente destino. El palacio de Incheon los recibió con un bello esplendor en pleno atardecer, un lugar efímero lleno de uniformados guardias con espadas alzadas en los laterales de la entrada, resguardando el camino desde el vehículo hasta el pie del mismo palacio, donde los Reyes Kim los esperaban para brindarles una gustosa bienvenida a su nuevo reino.

Hamin fue el primero en bajar, sonriendo apenas puso un pie en los escalones, la misma con una alfombra roja con pétalos de flores esparcidos hacia el interior. Y acto seguido, extendió una mano hacia el carruaje, sintiendo el calor de la piel de Lian en un sentir efímero, en una sensación fuera de este mundo que le hizo esbozar de felicidad, y sobre todo, morir en plenitud al ver la brillante alianza de oro destilar en su anular.

—Sean bienvenidos a su nuevo hogar, Reyes de Incheon. La luz de la Diosa Luna cuide vuestras vidas por toda la eternidad— proclamó Namjoon con orgullo, sonriendo ante los menores frente suyos, quienes reverenciaron en agradecimiento y fueron recibidos con un caluroso abrazo del Rey Alfa de la nación.

—Sean felices para toda la vida, hijos. Siempre cuídense y ámense en las buenas y en las malas, no saben lo cuan feliz estoy por ustedes— el rey omega inquirió reteniendo la firmeza en las palabras, apretando el agarre de su brazo con Namjoon para no dejarse consumir por la emoción y evitar abalanzarse a los menores.

—Y no lo dude, Rey SeokJin— dijo Lian, dejando a la vista sus hermosas pestañas. Y SeokJin no pudo contra ello, de pronto lo abrazó fuerte, transmitiéndole una calidez cual Lian no pudo no dejarse llevar y le regresó el abrazo, separándose después para que el mayor realice el mismo acto con Hamin.

Con sus brazos entrelazados y unas coronas que casi se resbalan por los movimientos, los reyes de Incheon caminaron detrás de los mayores, ingresando a paso firme y tranquilo al interior del palacio para dar inicio a la celebración, una cual se quedaron embelesados por la decoración, porque todo el lugar estaba lleno con hermosas dalias y margaritas de diferentes colores, tamaños y presentaciones.

Dios, ni hablar del más emocionado, Lian casi llora porque todo era tal y como lo imaginó, lleno de dalias, especialmente por dalias blancas al ser sus favoritas.

Los ojos de los presentes cayeron en ellos, de una forma honorable, esporádica, al modo que siguieron su camino en medio del salón de eventos y terminaron frente a todos en el estrado, con sus manos juntas con los dedos entrelazados, con miradas enamoradas, sus corazones palpitando con ferocidad cuando todos reverenciaron en bienvenida, porque el reino de Incheon al fin ha retomado su monarquía, porque al fin unos reyes con corazones puros comandarán un reino que estuvo bajo el terror por cientos de años.

La pareja tomó asiento en sus respectivos tronos, observando desde lo alto a sus invitados, a reyes, príncipes, líderes de clanes de los demás reinos y regiones del país. Y así, listos, dieron inicio a la celebración, la música de la orquesta sinfónica llenando de algarabía el salón de eventos.

—Sus Majestades— los mencionados sonrieron hacia la dirección de la voz, Minyi se acercó al trono e hizo una reverencia, sonriendo bonito cuando las bonitas miradas recayeron en él— Felicidades por su boda, les deseo una larga vida llena de amor y felicidad— dijo con las mejillas rojas, muriendo por abrazarlos y llorar de alegría.

ETERNITY | DUO KJS&MMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora