•XX-II• Aurora

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El aire se volvió asfixiante en los siguientes minutos en los que Jimin se aferró a las sábanas, un trece de agosto donde el verano llegó a su pico más alto.

No recuerda como haber llegado a la habitación principal de la casi construida mansión Min. Subió las escaleras lo mejor posible mientras trató de aferrarse a las barandas, las piernas amenazando con flaquear ante el intenso dolor en su vientre.

Se estaba desgarrando. No tenía otra palabra para describir su sentir alrededor de las veintisiete semanas. No era tiempo, algo estaba mal y lo dio por seguro en los siguientes segundos que sintió húmedo sus pantalones, sus ojos no dejándolo ver más de la cuenta por las lágrimas.

Estaba aterrado.

La idea de dar a luz solo, le aterraba aún más.

— ¡Jimin!

El omega jadeó lleno de angustia, las fuerzas desvanecidas plenamente cuando el más leve movimiento le hacía gritar de dolor, impidiéndole avanzar los mínimos pasos para abrir la puerta y dejar pasar al dueño de la voz, a su alfa quien golpeó desesperado la madera cuando la misma estaba asegurada desde adentro.

Joder, ¿Por qué lo hizo?

— ¡Jimin, abre la puerta!— Yoongi lo llamó desesperado, girando de un lado a otro la manija, por poco destrozándola cuando un sonoro grito provino del interior, despertando su lobo ante el sufrimiento del parto de su omega, un recesivo que está en peligro si no logra llegar a tiempo a la clínica.

Un momento cual debería ser el más hermoso e importante de su vida se tornó a uno de lleno de pánico, de terror cuando no lo escuchó más. Sus sollozos cesaron, su llanto paró rotundamente, y Yoongi no supo qué deducir cuando escuchó un sonido en seco.

Volvió a golpear la madera, esta vez acompañado de patadas hasta el punto de destrozar por completo la misma. Y en cuento no vio esperanzas de entrar, la presencia de una persona extra apareció en medio del pasillo.

Un Jungkook bañado en sudor corrió hacia el alfa, luego de encontrar el suelo mojado por el líquido amniótico y rastros de sangre. Lo miró por un segundo, sus manos lastimadas siendo la señal de lo que estaba ocurriendo.

—No me responde, Jk. Jimin no me responde— el alfa dijo con desesperación, sus ojos encendidos y su lobo amagando en aparecer para derribar la puerta.

El omega regresó la vista a la habitación y apenas vio la manija, levantó su sudadera, extrayendo su daga del cinturón para ingresarla en la diminuta abertura del cerrojo.

— ¿Hace cuánto entró en labor?

—N-No lo sé, él ya estaba aquí cuando regresé. Falta un mes, aun no es tiempo. Él y el bebé podrían-

Pero cuando un clic resonó, Jungkook empujó violentamente la puerta, el mundo entero paralizándose ante la escena. El nido yacía desarmado, sangre y líquido esparcidos en el piso, y el olor en el ambiente más intenso de lo habitual, haciendo marear no solo a Jungkook sino a Yoongi también. Pero ante todo, no había rastro de Jimin.

Instintivamente, el alfa corrió hacia el baño, y su corazón dejó de latir al encontrar a su omega dentro de la tina, sin movimiento alguno, desmayado, envuelto de una palidez efímera y sus labios llenos de sangre tras morderse para aguantar el llanto. Más las tortuosas lágrimas regresaron el ver sus piernas, llenas de sangre pintando el blanco de la tina a carmesí.

No, no Jimin, no su cachorro.

—Jimin... ¡Jimin por favor, despierta!— gritó sosteniendo su frágil cuerpo entre sus brazos, sacudiéndolo un poco en busca de alguna reacción y en cuanto el omega abrió poquito los ojos, el alma retornó al cuerpo de Yoongi, tomándole la mano para llevarla a su mejilla, sintiéndolo helado a pesar de la temperatura del ambiente.

ETERNITY | DUO KJS&MMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora