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Un olor a quemado inundó mi nariz. Me levanté bruscamente de mi cómodo sofá maldiciendo en bajo. Los pasos apresurados comenzaron a sonar por el pasillo, unos gritos me avisaron de que no era una falsa alarma; había fuego de verdad. Agarré una enorme bolsa del armario y corrí a meter algunos papeles importantes en esta.

—¿Qué haces aún aquí?—preguntó mi hermano menor entrando apresurado a mi oficina.

Todo el humo que la puerta había estado reteniendo entró a mi sala provocándome tos al respirarlo.

—Agarra esos papeles, si se queman estamos muertos—dije cerrando la enorme mochila repleta de contratos, informes y las pruebas de nuestro negocio ilegal.

Mi hermano metió en una caja unos cuantos archivos y salimos corriendo de allí entre el humo. Tiré la bolsa al suelo frente a mi otro hermano y chasqueé la lengua al ver como el fuego se tragaba una de las mansiones de mi padre.

—Fueron ellos, ¿verdad?—pregunté ardiendo en ira.

En mis diecinueve años de vida no había odiado tanto a nadie como odiaba a la banda BTS. Mis tres hermanos y yo aceptamos el trabajo de nuestro padre a temprana edad, y por tanto tuvimos varios percances por la mera existencia de ese grupo.

—Raewen, no te precipites...

—Noah, acaban de quemar nuestra casa—dije mirando como todo ardía en llamas.

—Llama a Ashley, debemos ir con papá—dijo mi hermano mayor, Lucas, a mi hermano menor.

Lucas era un chico tranquilo que sabía pensar antes de actuar, todo lo contrario a mí. Era alto, atractivo, empático y me llevaba dos años. A sus venti uno no había tenido una novia oficial, a pesar de todas las buenas cualidades de él se estresaba con facilidad y se dedicaba a hacer uso a las prostitutas. Mi hermana mayor, Ashley tenía ventitrés años y se dedicaba al lavado del dinero, razón por la que nunca permanecía mucho tiempo en un sitio. El menor, Noah, tenía diecisiete recién cumplidos y prácticamente me seguía a todas partes como un perrito faldero. Noah era tranquilo, tenía una mente retorcida que sabía guardar para sí mismo... podríamos llamarlo psicópata perfectamente. Mi madre no duró más de dos años con vida tras el nacimiento del último de nosotros, por ello Noah y yo habíamos salido más distantes en cuanto a amor, amistad y ese tipo de relación se refería: éramos algo esquizotípicos en ese sentido.

—¿Crees que papá nos dará otra mansión sin nada a cambio?—grité señalando de nuevo la mansión ardiendo.

—Vámonos, los policías y bomberos deben estar al caer—dijo Noah agarrando la caja de contratos.

Un enorme coche negro paró tras nosotros, por lo que pude ver era de los trabajadores de mi padre. Maldije subiendo en este en la parte de atrás. Saqué el teléfono dispuesta a avisar de nuestra visita a nuestro ocupado padre. No hacía mucho me había mandado encontrar y eliminar a BTS, supuestamente no podía volver a pisar la mansión de los Jung hasta entonces.

—Padre...

[¿Ocurrió algo? Me llegó una noticia poco agradable.]

—Si ya sabes que ocurrió por qué preguntas si ocurrió algo.

[De igual forma, ¿A quién le debo una pequeña sorpresa por atraverse a quemar mi propiedad?]

—BTS

[Vaya, si hubieras hecho bien tu trabajo tendrías aún techo, ¿no crees?]

Nada nuevo, su gran arrogancia como siempre estaba recordándome el pequeño trato que teníamos los dos. Maldije en bajo mirando como mi hermano Lucas preguntaba por lo que estaba hablando con nuestro padre.

—Lucas y Noah necesitan otra base...

[Claro, mis hijos necesitan su base para hacer bien su trabajo]

Y ahí volvíamos a destacar lo discriminada que estaba por ser mujer. Tanto mi hermana como yo estábamos apartadas en cuento al poder de aquella mafia. Prácticamente no existíamos para nuestro padre mas que para usarnos para el trabajo sucio.

[Diles que vengan, yo les entregaré las llaves de la mansión Jung de las afueras]

Me colgó tras esas palabras, sin duda no podía pisar la mansión. Noah me miraba con esa mirada felina tratando de averiguar la causa de mi mal humor actual.

—No puedo entrar, encargaos de obtener la casa y unos cuantos hombres más para hoy. Yo estaré fuera haciendo unas llamadas.

—¿Estás segura? No deberías dejar que te trate así—dijo Noah levantando la voz—Eres la más apta para ser heredera de los cuatro.

—Eso es irrelevante, para él una mujer no puede ser heredera de su reconocida mafia, por lo que solo me queda hacer mi trabajo para facilitaros a vosotros el llegar ahí arriba.

—Noah tiene razón, mi puesto de heredero debería de ser de Ashley además de que los cuatros sabemos que es tuyo por completo.

Negué con una pequeña sonrisa. Miré por la ventana, ya nos estábamos acercando a la mansión Jung y con ello a mi bajada del coche. Agarré la goma de pelo de mi muñeca, recogí mi largo pelo en una coleta alta riendo ante el comentario de mi hermano mayor.

—Bájeme aquí—dije al chófer al ver que estábamos a punto de entrar.

Bajé despidiéndome de mis hermanos y comencé una caminata tranquila calle abajo para llegar a una pequeña cabaña en la que mi hermana y yo vivíamos antes de que nos dieran una casa a los cuatro. Sonreí recordando buenos momentos allí, amaba esa casita llena de buenos recuerdos.

Me senté y esperé a que mis hermanos fueran allí a por mí. Cerré los ojos quedándome dormida.

—Despierta, niña.

Abrí los ojos viendo una enorme sonrisa en ese fino y bien cuidado rostro.

—Ashley, eres ruidosa—dije restorciéndome en el sofá.

—Sé que lo soy, levanta que ya tenéis casa.

Me incorporé lentamente y estiré acompañado de un bostezo. Salí junto a mi hermosa hermana y entramos al coche que esperaba fuera junto a nuestros hermanos.

La nueva mansión era más espaciosa y estaba más separada por lo que podíamos seguir sin problemas nuestro negocio.

—¿Segura de que esto será mejor?

Sonreí asintiendo.

—BTS no podrá con la tentación de quemar una enorme casa apartada, ¿no crees?

—Aparte de BTS tenemos más mafias de las que encargarnos, ¿Lo sabes?—preguntó Lucas mirando la casa a mi lado.

—De eso te encargas tú, BTS es mío.

Necesitaba demostrar a mi padre que valía para esto, y debía vengarme de lo que acababan de provocar esos desgraciados. BTS, temblad, porque no ando con jueguitos cuando se trata de venganzas y acabáis de encender literalmente mi mal humor. Ya no es solo venganza, es orgullo.

Pride - JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora