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Me estaba instalando en una de las habitaciones de una pequeña casa que los chicos habían conseguido. Era un apartamento de tres habitaciones no muy lejos del centro de la ciudad. Todos se apiñaron en las habitaciones para dejarme una habitación para mí sola.

—¿Todo bien?—preguntó Taehyung entrando a la pequeña habitación.

—Supongo—dije suspirando al cerrar el cajón—Que te destierren de tu propia familia es humillante.

Desprecio, desdén, lleva la marca del mal en su piel...

—Taehyung, agradezco tu intento de alegrarme pero, esa canción del Rey León solo me deprime.

Taehyung se puso a ni lado observando mi rostro. Me estaba poniendo realmente nerviosa el simple hecho de que no parecía estar ni parpadeando.

—Vosotros dos, ¿Vais a comer?

Jungkook parecía de alguna manera enojado. Se apoyaba en el marco con los brazos cruzados y nos miraba con su característica mirada fría y escalofriante. Tragué en seco y me levanté algo nerviosa ante tal contacto visual.

La comida fue incómoda. Todos nos observaban a mí y a Jungkook pero ninguno decía nada. Simplemente masticaban y pinchaban la comida sin apartar la mirada de nosotros.

—¿Qué?—dije después de unos largos e incómodos minutos.

—¿Seguro que prefieres estar aquí?—preguntó Namjoon.

—Somos enemigos, haremos daño a tu familia—dijo Hoseok dejando el cubierto sobre el plato.

No tuve en cuenta ese pequeño detalle. Suspiré dando vueltas al vaso de agua de mi mano derecha.

—No se irá.

Todos los ojos se posaron en Jungkook. Este acababa de terminar de comer y parecía estar dispuesto a levantarse de la silla.

Desde que entré por aquella puerta no había mantenido una conversación en condiciones conmigo, parecía haber vuelto a ser aquel distante e irritante chico que me secuestró hacía unas semanas.

—Tú también estás raro, ¿te ocurre algo?—preguntó Jimin apuntándolo con uno de los palillos.

Este rodó los ojos al ver que el menor le había ignorado por completo. Suspiré y volví a mirar el vaso, ¿hice algo mal? Continúe mirando de reojo como Jungkook se llevaba sus platos y se sentaba frente a un ordenador en el sofá.

—¿Quieres jugar a un escondite?—preguntó Taehyung mientras los demás se dispersaban.

La casa tenía tres habitaciones, dos salones, una cocina y un baño. La distribución era compleja, uno de los salones lo usaban de despacho y debía admitir que este era muy amplio.

Asentí lentamente, no tenía nada mejor que hacer y mis ánimos no estaban en su mejor momento.

—¿Tú y yo?

—Yo también—dijo Jimin sonriente apoyándose en mi hombro.

Miré a los ojos de los tres justo antes de escoger sacar piedra; debí saber que aquellos dos estaban tan conectados como para sacar ambos papel. Chasqueé la lengua e hice un pequeño berrinche.

—Cuenta en el baño pequeño, hasta treinta—dijo Jimin empujándome hacia aquel pequeño baño.

—¡Uno!, ¡Dos!...

Esperé mirando el suelo mientras contaba concentrada en todas mis acciones del día anterior y de el mismo día, ¿Había hecho algo para ser ignorada por Jungkook?

Salí del baño y lo primero que hice fue entrar a mi habitación, disimulé no haber visto un pie asomarse tras la cómoda y di una pequeña vuelta por la habitación antes de asustar al pobre de Jimin.

—Te vi desde el principio—dije riendo al ver como su respiración se hacía desigual.

—Poca gracia, me hiciste sucumbir en el sufrimiento al saber que estabas buscando.

—Deja de llorar, voy a por Taehyung.

Salí de mi habitación y decidí pasar primero por el salón. Mi mirada fue directa a Jungkook, estaba escribiendo algo en una hoja y tecleando un par de palabras en su ordenador. Me sorprendió ver que no usaría el despacho como el resto.

Seguí hasta la cocina encontrándome un cajón medio abierto, ¿Cómo cupo ahí? Abrí sorprendida la puerta del pequeño armario encontrándome a la persona que buscaba comiendo unas galletas.

—¿Cómo entraste ahí?

—Ni yo lo sé—dijo rodando fuera del escondite.

Jimin apareció tras nosotros y nos avisó de que se iría a contar en breves. ¿Dónde me escondería? Taehyung salió corriendo para meterse en aquel armario del pasillo que pasaba desapercibido. Me sobresalté al escuchar la puerta abrirse y sonreí al ver que era la del despacho. Me metí dentro después de que Namjoon, Hoseok y Jin salieran de aquella habitación para prepararse un café. Entré sigilosamente y busqué un lugar para meterme. El armario era un lugar muy obvio, pero bajo una mesa me encontrarían los demás y me delatarían ya fuera por accidente o a propósito. Me metí en el pequeño armario estrujándome con varios papeles que había dentro.

—Tae y Jimin no madurarán nunca.

Los tres habían vuelto a entrar.

—Deberían aprender de Jungkook—comentó Jin.

—¿No le notáis más raro de lo habitual?—preguntó Hoseok.

—Sí, y no es de mi agrado. La chica no me gusta.

Namjoon suspiró con fuerza tras esas palabras en mi contra.

—A parte de ser hija de nuestro mafioso enemigo, parece ser la distracción de todos. Jungkook no es capaz de matarla o tenerla lejos, Jimin y Taehyung la unieron a su trío de mentalidad de dos años y Suga la vigila como si fuera su hermana pequeña; tenemos una debilidad que no deberíamos de tener.

—Tienes razón, pero tampoco es algo tan grave...

—Jin, ¿puedes situarte en el hipotético caso de que la secuestran, la disparan o la dañan? Ahora recuerda la personalidad de Jungkook y cómo la defendió cuando la dejamos en el sótano—hubo un silencio incómodo—Debe largarse de aquí.

—Jungkook tiene cambios de humor continuos, no creo que ella sea la causa...

—Apostaría doscientos a que se acostaron y ahora está marcando distancia porque se dio cuenta del problema que ella supone—dijo Namjoon riendo ligeramente.

—De igual forma será un problema para el plan de acabar con la posible descendencia de Jung.

Abrí los ojos como platos. Ese plan del que no sabía nada acabaría con la muerte de mi familia.

—Su padre es un peligro, hay mafiosos que asesinan, pero asesinar a su propia mujer...

¿Mi madre fue asesinada por mi padre? Siempre pensé que al estar en el mundo de la mafia fue objetivo de alguna, eso era lo que nos contaron de pequeños...

—No podemos fiarnos de un Jung.

—Namjoon, no creo que nos haga nada—dijo Hoseok.

—¿Lo puedes asegurar?¿Quién puede confirmarme que no se ha metido con Jungkook para tenerlo bajo su control? Es una mafiosa, hacía poco era la cabeza de la Mafia de Jung y-

Se escuchó la puerta abrirse.

—Oh, perdón. Creo que aquí no está tampoco—dijo la voz de Taehyung.

Pasaron dos minutos y los tres se levantaron de nuevo por lo que salí pensando sobre todo lo que escuché...

Me había convertido en la debilidad y amenaza de BTS.

Pride - JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora