Después de comer me volvieron a atar a la silla y se fueron cerrando la puerta con llave. Por lo que había entendido eran las diez de la noche, o eso había dicho Suga cuando preguntó dónde se había metido Jeon. Comencé a entretenerme contando manchas de las paredes debido a la humedad.
Mis hermanos seguramente estarían preocupados por mí, pero mi padre estaría evitando a toda costa mi regreso. Él sabía que era una amenaza más peligrosa que cualquier otra banda.
Maldije en bajo cuando acepté que los chicos de BTS me habían estado tratando bien antes de mi intento de huida, de hecho mucho mejor que mi propia familia. Sin duda cometí un error y ahora debía pagar el precio en aquel sótano ahora a oscuras. La luz se había fundido allí cuando iba hablando de mi padre en mi mente. En cuanto a BTS, me faltaba conocer a uno, el que acompañó al rubio aquel día, no tenía ganas de saber quienes tuvieron que ver con mis heridas. Igualmente estaba acostumbrada a esos dolores, no eran las primeras heridas de bala mi serían las últimas.
—Buenas...¿Estás a oscuras?
El castaño entró con una tableta y una palomitas en sus manos. Las dejó en la puerta y corrió escaleras arriba dejándome observar con detenimiento las palomitas. Pasados unos minutos bajó con unas bombillas en su mano, se acercó a donde estaba y me desató.
—No te vayas o te meterás en problemas—advirtió subiéndose a la silla a poner las bombillas.
Miré como enroscaba estas.
—Están discutiendo qué hacer contigo, llevará un tiempo y a mi no se me deja opinar. Solo Namjoon, Jungkook y Suga pueden estar allí.
—¿Por qué razón?
—Namjoon es el jefe, Suga es el más objetivo de todos y Jungkook te dejó con vida cuando debía matarte. El juez, las normas y tu representante.
Qué bien, mi representante era aquel chico serio, indiferente y borde. Bufé agarrando las palomitas y la tableta del suelo. El castaño se sentó en el viejo sofá del fondo de la habitación y me invitó a sentarme.
—Puedes comer—dijo señalando las palomitas mientras toqueteaba con la otra mano la tableta.
Me metí un puñado a la boca, no era extremadamente fan de estas pero tenía algo de hambre.
—¿Qué película Disney quieres ver?
—Mulán—dije sin rodeos.
Él la pulsó y colocó la tableta para que ambos pudiéramos verla. Al manos ese chico era agradable...pero seguía siendo uno de mis secuestradores al fin y al cabo. Miré con detenimiento como él sonreía a la pantalla cuando aparecía el dragón.
—¿Quién eres?
—Taehyung, tú eras Raewen si no me equivoco.
Asentí volviendo a ver la película, ¿cómo un mafioso era tan adorablemente lindo?
—¿Por qué viniste?—pregunté mirando de reojo al chico de mi lado.
—Me dijeron que vigilara que siguieras viva y además nadie quería ver una peli Disney conmigo.
Taehyung era un lindo chico, debía admitirlo. Se escucharon unos gritos arriba mientras nosotros cantábamos la canción de Mulan del campamento. La puerta se abrió bruscamente pasando Jeon, Suga y Nam tras el primero.
—¡Jungkook eso no funciona así!—gritó Namjoon.
Jungkook se puso frente a ambos y extendió su mano levantándome de un jalón del sofá. No debí aceptar su mano.
—Como dijiste es mi responsabilidad, yo me encargaré de su castigo—dijo con ese tono de voz tan rudo.
Taehyung y Jungkook eran completamente opuestos. Mientras uno era lindo e inocente el otro era rudo y brusco. Mi muñeca comenzaba a doler.
—Casi se escapa y por eso se quedará aquí, Jungkook. Se sabe nuestras caras, escondite además de no ser una chica inofensiva.
—Suga, aparta—dijo mirando a su compañero con cierta autoridad y superioridad.
—Jungkook si sigues así-
—¿Me echarás?—preguntó con una sonrisa ladina.
Debía admitir que su arrogancia era una faceta muy carismática en ese chico.
—Me necesitas—dijo acercándose a su líder—Y yo la necesito a ella con vida, por eso se viene conmigo.
No me había fijado, pero este tenía unos roces en su rostro y brazos bastante preocupantes. Miré de nuevo su perfil, era realmente atractivo también a pesar de estar cabreado y a punto de matar a alguien.
—Haz lo que quieras—dijo rindiéndose Namjoon.
Jungkook me miró con su rostro algo más relajado y me llevó arrastras hacia su habitación. Cuando salimos de las escaleras al sótano Jimin apareció frente a nosotros.
—Vaya, necesitas un buen polvo Jungkook, te noto estresado.
—Mantén tu boca cerrada, mujeriego.
Cerró la puerta de la habitación tras él y soltó mi muñeca. Su mirada estaba perdida en el suelo de la habitación. Tragué en seco al percatarme de que él había dicho que se encargaría de castigarme. Este echó hacia atrás su pelo y posó su mirada en mí.
—Desvístete—ordenó acercándose a mí.
Lo que faltaba, salir de un sótano para que me violen ahora.
—No voy a-
—O te la quitas o vuelves al sótano pero sin comida.
Eso era un chantaje muy sucio de su parte. Su cara seria me confirmaba que iba enserio. Me quité la camiseta y me bajé los pantalones mordiéndome el labio y tapándome con los brazos.
—Siéntate en la mesa—dijo agarrando la ropa del suelo.
Anduve hacia el escritorio y me senté sobre este. Jungkook se quitó la camiseta y se acercó a mí murmurando algo. Miré el tatuaje de su cadera, era casi idéntico al que tenía también en la cadera. Sí, tenía un tatuaje que me hice como acto de rebeldía hacia mi padre. Ese día cumplía quince años y fui a tatuarme después de que mi padre se negara a dejar que una mujer se pintara la piel. Cuando escuché a los de delante ser rechazados por ser menores y no traer ni a un mayor ni la prueba de que sus padres estaban de acuerdo me hundí en el pánico. Con suerte un chico de dieciocho se hizo pasar por mi hermano y nos tatuamos lo mismo en el mismo sitio pero diferente lado.
—Me alegra volver a verte—dijo con una pequeña sonrisa en el rostro—Creciste mucho estos últimos cuatro años.
—¿De verdad eres tú?
Asintió mirando su cadera y aquel tatuaje de un reloj de arena. Miré de nuevo el mío y sí, eran el mismo. Tragué en seco, mi crush de los quince estaba frente a mí y se había transformado en todo un chico atractivo.
—Igualmente debo castigarte, pequeña. A daddy no le gusta que te escapes, babygirl.
Oh, no... ese jueguito era peligroso y yo lo sabía perfectamente. Jungkook me hizo ponerme de pie de espaldas y no tardó ni dos segundos en azotarme en mi trasero. Un grito salió de mi boca.
—Espero no tener que castigarte de nuevo...¿Sí?
¡Me acababa de azotar! ¿Quién narices se creía que era? Yo no era ni su babygirl ni su esclava sexual y me temo que él sí era mi enemigo principal. No volvería a dejarme tocar por él, iba contra mis principios.
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Pride - JJK
FanfictionJung Raewen era una de las hijas de un reconocido mafioso de Corea del Sur. Tras la misteriosa muerte de su madre, las mujeres fueron infravaloradas en aquel negocio. La única misión que esta había conseguido después de insistir durante años a su pa...