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Amanecí abrazada a Jungkook. Al final se nos olvidó hasta bajar a cenar del cansancio. Los labios de Jungkook besaba sonoramente mi cuello haciéndome sonreír por su pequeño acto de cariño que rara vez provenía de él.

—Buenos días—dije acariciando su cabellera.

—Buenos días, ¿tienes hambre?—preguntó besando mi mejilla.

—Un poco—dije olfateando ese olor natural que desprendía Jungkook.

—Iré a ver si los demás despertaron, tómate tu tiempo.

Se levantó de un salto y recogió su ropa del suelo. Miraba cada movimiento que realizaba como si estuviera viendo una serie que realmente me interesaba. Se vistió y salió bostezando y despeinando todo su pelo. Me incorporé en la cama aún sentada y analicé unos segundos la habitación y lo ocurrido ayer.

Debíamos hacer algo con mi padre, no podía salirse con la suya con tanta facilidad y ya estaba siendo hora de que alguien le bajara de aquel trono.

Me levanté estornudando debido a la frialdad que había en la habitación y agarré la ropa del suelo. No teníamos nada que ponernos nuevo así que la única opción factible era bajar con lo mismo de ayer.

Abrí la puerta estirando los brazos y bajé las escaleras dando pequeños saltos.

—Buenos días—dijo Namjoon al verme entrar a lo que se podía considerar una sala.

Me senté en el viejo sofá con él y Suga.

—¿Qué pasa enana?—preguntó Yoongi.

—Mi padre—dije con un suspiro.

—Hoy haremos una reunión sobre eso, debemos atacar cuanto antes y espero que no sea algo prohibido el hablar de cometer asesinato.

Negué lentamente, su muerte no afectaría mucho en mi persona. Solo fue una persona desagradable en mi vida a la cual siempre quise aplastar, no era diferente a uno de tus jefes de trabajo o compañero molesto de clase.

—¿Jungkook?

—Fue a por algo de desayunar con Jin y Taehyung, también pararán a por ropa nueva.

Asentí lentamente, necesitaba ducharme y ese sitio no parecía tener agua.

—Después de lo de ayer querrás ducharte—dijo Jimin asomándose por el marco de la puerta.

—Cierto, debiste sudar bastante.

Me sonrojé, hablaban del sexo con Jungkook y no de la pequeña mudanza. Tragué en seco y asentí desviando la mirada a las paredes mal pintadas.

—No sé cual era el propósito de Jungkook—Yoongi se levantó del sofá—Pero hacerte gritar como si te mataran lo consiguió sin dudarlo.

No dudé en tirar un cojín a su cabeza, un cojín que casi se deshacía.

—¿Qué narices hizo Jungkook contigo? Te volviste más blanda, y pensar que antes eras indomable...

Lancé una patada al estómago a Hoseok provocando su caída y sus gruñidos de dolor. Maldije a todos los presentes y salí de la casa a que me diera el aire.

Jungkook me había ablandado y eso era un hecho irrefutable.

Me senté en uno de los bancos de la plaza abandonada y miré el cielo. Estaba algo nublado pero aún así no hacía ni calor ni frío, era una temperatura agradable. Cerré los ojos cuando una pequeña brisa azotó la plaza por completo. Los pocos árboles se movían y el ruido que hacían me tranquilizaba.

—¿En qué piensas?

Abrí los ojos encontrándome directamente con el rostro de Jungkook. Estaba apoyando sus manos en el banco y su cuerpo estaba inclinado hacia mí. Dejó caer su rostro juntando ambas bocas en un lento beso.

Abrí los ojos al separarnos y me sorprendí al ver su sonrisa.

—Te noto cariñoso—dije aplastando sus mejillas.

—Te prometí ayer darte el cariño que no te dieron, estoy haciendo un gran esfuerzo.

—Ya veo. No hace falta que me des tanto.

Besó mi frente y negó.

Volvimos a la casa hablando de lo que podíamos hacer en la plaza; todas ideas factibles y útiles económicamente. Al entrar olí un aroma de churros que me volvió extremadamente loca, salí corriendo y robé de la mano de Tae la bolsa con estos. Me comí un par de pie y después me senté en el sofá con la bolsa. Todos miraban la escena aguantando la risa.

En la tarde estuvimos hablando de cómo atacar la mafia de mi padre.

BTS no era una simple banda de siete atractivos y ágiles chicos. Cada uno de ellos tenían una división bajo su mando, alrededor de cuarenta a su disposición. Cada uno de ellos se encargaba de una parte de su negocio y por ello salían a menudo solos de su antigua mansión.

Kim Namjoon, hijo de uno de los grandes mafiosos de nuestro país, decidió crear su mafia a parte de la de su padre. Él era un chico inteligente, lo llamaban niño prodigio por su alto IQ. Las negociaciones eran su especialidad además de ser bueno llevando las cuentas de sus ingresos.

Kim Seokjin fue el segundo en unirse a Namjoon y prácticamente era la madre de todos. Se metió ahí tras varios problemas financieros en su antigua empresa que prestó a Namjoon para tapar su negocio. Su especialidad es prácticamente inútil, es la cara y supuesto jefe de la empresa de inmobiliario Kim; se ocupaba de ese negocio secundario.

Jung Hoseok vino después, se metió en la empresa y aportó su sabiduría en botánica para volverse un experto en drogas.

Park Jimin aprovecháis su antigua obsesión por vídeojuegos Shooter para volverse un sabelotodo de armas, uno bastante irritante a veces.

Taehyung era un hacker de primera, creaba identificaciones falsas en minutos y encontraba perdonas en la nube como desordenado encuentra mágicamente las cosas en sus montañas de cachivaches.

Suga tenía contactos, demasiados. No había ciudad sin tener un mafioso o delincuente con el que Suga hablaba o simplemente conocía.

Jeon Jungkook, el arma cuerpo a cuerpo más linda del país. Taekwondo, karate y judo se quedaba corto, sabía hasta esgrima. Su fuerza, agilidad y técnica eran la principal arma de BTS y yo misma había sido víctima de todas ellas, incluyendo su linda cara.

Obviamente las secciones de cada uno determinaban a lo que se dedicaba cada división. Hackear, venta de drogas, de armas, empleados de la empresa...

—¿Entonces cómo lo haremos?—preguntó Jimin.

—Obviamente la división de Jungkook es fundamental—comentó Hoseok señalando al mencionado.

—Yo me cargaré a ese hijo de puta.

Todos miraron al menor de ellos. Su rostro estaba completamente serio, no era nada nuevo.

—¿Estás seguro?

—Raewen la pasó mal por su culpa, no dejaré que en su conciencia también tenga que mató a su propio padre; ya me encargaré yo de eso.

Sin duda las palabras de mi hermano se las estaba tomando muy literales.

Pride - JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora