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Eran las ocho de la noche.
Embry Call se encontraba tirado en su cama. Desde hacia tres días que no salía de su casa y no podía transformarse.
— ¡Vamos hermano!— lo alentó Paul. — Tienes que salir a ver la luz del día aún que sea.
— ¡No!— murmuró. — Dejame en paz.
Paul rodó los ojos y destapó a Embry.
— Deja de deprimirte de esta manera. Todas las relaciones tienen su final,tal vez él suyo no fue él mas bonito pero acabo bien.
— Callate paul. — reprochó él chico.
—¡Embry,lavantate!. ¡Encontraste tu impronta!— Decía tratando de alentarlo. — Algo bueno tiene que salir de eso.
— No me importa que haya encontrado a mi estúpida impronta. — Hablo enojado. — Solo quiero dormir y tu no me estas dejando hacerlo.
Paul suspiró.
— Bien— dijo. — será por las malas entonces. — Agarró la pata de su amigo y la comenzó a arrastrar hasta la cocina.
— ¡Sueltame!— decía Embry.
Él moreno lo soltó.
— Ve a ducharte,ponerte una ropa linda,y un poco de loción. Saldrás de tu cueva aunque no quieras. — Ordenó él mayor. Embry rodó los ojos. — Y nada de reproches. Tu tusa ya acabo.
Call fruncio su ceño confundido.
— ¿Tusa?,¿Que se supone que sea eso?.
— No lo entenderías. Ahora,mueve tu trasero. Me haré un sándwich hasta que termines. — Embry suspiró y se dirigió al baño.
[...]
Paul término su último bocadillo de sándwich y sacudió sus manos.
