IMPERIO 45.

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El jet despega a las 6:30pm de Nueva York y yo no pude estar tranquila. En Qatar es la 1:30am y aunque pude llamar a Adriano preferí que fuera una sorpresa. Solo espero no llevarme yo la sorpresa viendo algo que no me guste. Por supuesto sé que Adriano no tiene voto de celibato ni nada por el estilo. Nunca me oculto que tiene sexo con otras mujeres, pero no es lo que quisiera ver al llegar a Qatar después de tantos meses.

Me tomé la mitad de una pastilla para dormir o de lo contrario hubiera estado dando vueltas por todo el avión o queriendo abrir las malditas puertas de los nervios que sentía.

Trece horas de vuelo me parecieron trescientas. Son las 2:30am en Qatar — del día siguiente — cuando el jet aterriza y un Range Rover me espera. Un hombre alto estrecha mi mano y me dice que papá lo contrató, por supuesto él me lo confirmo después y me sorprende todo lo que fue capaz de hacer y sigo sin creerlo.

Mientras conduce al edificio de Adriano siento que el corazón se me va a salir del pecho. Ni siquiera sé que voy a decirle o que voy a hacer. Peor aún, ni siquiera sé si voy a ser capaz de hablar.

El hombre — que ya olvidé su apellido — conduce veinte minutos más o menos hasta llegar a un hermoso edificio. Me ayuda con mi maleta y titubeó mucho antes de empujar las puertas de cristal.

— Buenas noches. — El guardia frunce el ceño.

Son las 3:00am, incluso a mí me extrañaría que alguien quisiera ver a uno de los inquilinos a esta hora. Debe pensar que estoy loca, en mi defensa me obligaron a venir.

— Vengo a ver a Adriano Kellerman. — Me sonríe con amabilidad.

—Nombre, por favor. — Esto es demasiado extraño, no entiendo.

—Aitana Ivanova. — Es como si me hubiera estado esperando.

— Perfecto, me avisaron que llegaría algo tarde pero no me imaginé que, de madrugada, ¿Me permite su identificación? — Sin entender nada se la doy. — Puede subir señorita Ivanova.

— Disculpe, ¿Hay alguien más con él? — Niega con una sonrisa y eso me hace sentir mucho más tranquila.

Aún sin entender nada pongo el código del ascensor y se detiene en la planta doce. Solo hay cuatro departamentos y el de Adriano es el 122. Cuando estoy frente a la puerta quiero regresar por donde vine y volver a tomar el jet para regresar a Nueva York. Son las 3:00am, debe estar más que dormido. Veo el timbre, pero no soy capaz de tocarlo.

Me quedo diez minutos frente a la puerta. Acercando y alejando la mano del timbre hasta que finalmente en un arranque de valor lo tocó cuatro veces seguidas mientras mi cuerpo tiembla por completo y solo aumenta cuando escucho pasos dentro del departamento y suaves maldiciones. Obvio lo desperté y como a la mayoría de las personas no le gusta, espero que no quiera golpearme o me vaya a enviar de vuelta a Nueva York por despertarlo a más de las 3:00am.

— ¿Aitana? — Tiene la voz más ronca y solo lleva los pants de la pijama. Me mira con absoluta sorpresa. — ¿Qué haces aquí? Es muy tarde. — Solo sonrío nerviosa. — Creó que sigo muy dormido. Pasa. — Frunce el ceño, pero toma mi maleta.

— No, ya estás despierto. — Es lo único que logro decir por los nervios.

— Estas en Qatar. — No sé si fue afirmación o pregunta.

— Yo creo que sí. — Me siento muy nerviosa y comienzo a morderme la uña.

— ¿Qué haces aquí y a esta hora?

— Es que yo... — Comienzo a tartamudear y me mira sin creer que esté aquí. No lo culpo, yo tampoco lo puedo creer. — Es que yo no necesito siete meses para saber lo que quiero. Estoy muy nerviosa, pero es que yo también te amo Adriano. No te imaginas la falta que me haces. — Comienzo a sollozar. — No quiero estar sin ti y tampoco puedo. Me duele mucho aquí. — Pongo la palma de mi mano a la altura de mi corazón. — Y sé lo que quiero. Te quiero a ti, siempre te he querido a ti, te amo a ti y q... — Sus labios no me dejan terminar de hablar.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora