IMPERIO 59.

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Tener que trabajar muchas horas, estar de pie estando embarazada es demasiado agotador. Adriano al igual que en el embarazo de Ian me regaña por hacerlo, pero a la vez sabe que no hay nada que me diga que pueda evitar que lo siga haciendo. Jamás pondría en riesgo a nuestro bebé y eso también lo sabe perfectamente; yo sé que cuando estoy cansada simplemente me debo detener para evitarle un infarto a Adriano en sus hermosos treinta.

En el embarazo de Ian gracias a Tommy era la doctora embarazada, esta vez soy la doctora Frankenstein, apodo otorgado por los internos y creo que algunos residentes también, las hormonas me matan. Tolero a los pacientes, pero a ellos no; les he gritado y mi hobbie ha sido enviarlos a practicar exámenes rectales, que revisen popó de niños que se han tragado algo y básicamente todo lo asqueroso posible. Supongo que me he ganado su odio.

— Doctora Ivanova, el doctor Káiser la está buscando. — Me informa una de las enfermeras.

— ¿Cuál de todos los doctores Káiser? — Se ríe.

— El doctor William Káiser. Esta en la sala de reuniones.

— Gracias Lu. — Me dice de nada solo moviendo los labios pues el teléfono estaba sonando.

Odio que muchos me vean con ternura, el embarazo no me hace más débil, mi barriga de casi siete meses de embarazo no me impide ser la estrella de cardio en los hospitales Káiser. No es por ser arrogante. Bueno, solo un poquito. Pero tengo veintinueve años, soy titular de cardiología y, sobre todo, la creadora del procedimiento Ivanova. ¡No soy débil! Soy la dueña, señora y super estrella de cardiología.

— ¿Qué pasa abu... — Dejo de hablar cuando me doy cuenta que no está solo. — Lo siento. — No debí entrar sin tocar.

— Doctor Greco, le presento a la doctora Ivanova. — Estrecho su mano.

— Un placer soy... — Aunque es de mala educación lo interrumpo.

— Mariano Greco, cardiólogo italiano.

— Al parecer sabe muy bien quién soy. — Asiento.

Soy cardióloga, sé quiénes son los cardiólogos más importantes de cada ciudad o país en donde hay un hospital Káiser.

— Es mi nieta. Aitana Ivanova. — Mi abuelo me da un beso en la mejilla. — Mariano está aquí solamente de visita, pero estará presente en la derivación cardiaca que está programada en una hora.

De hecho, es MI derivación cardiaca. El celular de mi abuelo comienza a sonar y se disculpa.

— Bienvenido Mariano, te dejo en manos de mi nieta, pero debo atender un asunto importante. — Le doy otro beso a mi abuelo y se va.

— He escuchado muchas cosas de uno de los médicos de aquí, así que en cuanto tuve oportunidad decidí venir. — Comenta Greco cuando salimos al pasillo.

— ¿Ah sí? ¿Y de quién? En los hospitales Káiser hay muchos médicos reconocidos que han ganado muchos premios.

— Solo he escuchado que le dicen doctor Frankenstein. — Casi quiero soltar una carcajada. — ¿Y es tan bueno como dicen?

— Por supuesto, es la estrella de cardio de este hospital. — Le respondo con indiferencia.

— ¿Usted es hija de la hija menor de William? — Asiento. — ¿Qué especialidad? ¿Obstetricia?

Noto un poco de burla o quizá ironía en su voz, pero solo asiento pues odio a los hombres que piensan que no podemos estar en otra especialidad que no sea obstetricia, dermatología o pediatría. No tengo nada en contra de ninguna rama de la medicina, pero me molesta eso. No existe ni una sola rama de la medicina que sea para un sexo. Hay mujeres urólogas, así como hay hombres ginecólogos.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora