IMPERIO 43.

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Durante el resto de la semana no vi muy seguido a Adriano pues él estaba muy ocupado con su viaje a Qatar y yo con la universidad. Estoy muy orgullosa de lo que ha logrado y sé que va a lograr mucho más. Él sabe que lo amo, pero también sabe que no me siento lista y el miedo un tanto irracional que siento al volver a estar en una relación me frustra mucho.

Podría decirle que lo amo y quiero estar con él, pero también tiene razón, este tiempo me va a servir para estar lista para una nueva relación después de cuatro años. Adriano me trata como siempre quise que un hombre me tratará y aun así no soy capaz de estar con él. Es demasiado frustrante.

Más de una vez he querido olvidar todo lo que pase y poder comenzar de cero, pero es más difícil de lo que creía. Pensé que lo había superado, pero entendí que algo así no se supera, simplemente aprendes a vivir con ello. Entiendes que no fue tu culpa y que, aunque puedes seguir adelante es difícil dejar atrás sucesos traumáticos que marcaron y serán parte de tu vida.

Sin embargo, no puedes dejar que te detengan y definan tu futuro. No recuerdo quién o en que momento, pero me dijeron que mi hijo siempre sería el recordatorio de lo que viví al lado de Oliver y no, yo jamás lo he visto así, para mi Marcus Ivanova es el recordatorio de lo más hermoso que me pudo pasar. Sí, tenía quince años, pero jamás me he arrepentido. No es el recordatorio de una violación, para mi simplemente es mi hijo, es el amor de mi vida y lo mejor que tengo desde los quince años.

El domingo Marcus y yo lo acompáñanos al aeropuerto. Aunque debe estar el martes por la mañana en Qatar son casi trece horas de vuelo y debe instalarse en su nuevo departamento. No es algo que hagas en una hora. Además, el cambio de horario afecta demasiado.

— Adiano. — Levanta a Marcus. — ¿Cuándo te voy a ver otra vez?

— Podemos hablar por el iPad, solo le dices a mami antes, ¿Vale? — Asiente algo triste.

— ¿Vas a vivir aquí otra vez?

— Si monstruo, solo me voy a ir un tiempo. — Cuando lo abraza a mí se me llenan los ojos de lágrimas. — Oye, no llores. Me puedes contar todos los días como te va en el colegio. — Pero no funciona y mi bebé comienza a sollozar abrazándolo con fuerza. — No llores, te voy a extrañar. ¿Tú me vas a extrañar? — Marcus asiente sin dejar de abrazarlo. — Vale, pero no llores.

Veo como se le escapa una lágrima a Adriano y a mí otras. No me gusta ver llorar a Marcus y menos por esto. Desde que nació siempre ha visto a Adriano a diario. Para mí también es difícil despedirme de él.

— Te quiero gordita. — Yo también lo abrazo. — Ay no, tú tampoco llores. — Pero no me importa y lo hago. — No olvides que te amo gordita y que esto es lo mejor para saber si debemos estar juntos o no. — Asiento.

— Me avisas cuando aterrices.

— Vale. — Me da un beso en la frente y se pone en cuclillas delante de Marcus que lo vuelve a abrazar. — Cuida a tu mami y pórtate bien monstruo.

— Vámonos bebé. — Cada vez pesa más pero aun así lo levanto e inmediatamente apoya su sien en mi mejilla. Camino con él hasta mi auto para sentarlo en su sillita, aun tiene sus ojitos rojos.

— Mami, ¿Tú quieres a Adiano? — Me pregunta de pronto tomándome por sorpresa, aunque no debo pensar una respuesta que es obvia.

— Sí bebé. Yo lo quiero mucho.

— Mami, yo quiero tener un papá.

Solo porque vengo con él o de lo contrario hubiera frenado de golpe. Si hubiera estado bebiendo algo lo hubiera escupido. Nunca me había dicho algo así, para él su papá siempre ha sido Aarón Ivanova. Sabía que en algún momento me diría algo así, peor la verdad es que aún no estaba preparada para que fuera precisamente hoy, así que no sé qué responder.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora