IMPERIO 18.

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Me quedé en el penthouse hasta que tuve que irme al colegio. El guardia me pidió un taxi y aún con algo de dolor llegué, aunque un poco tarde pues me baje antes de llegar al colegio para que nadie me viera llegar en taxi o sería peor si papá se enteraba que llegue en uno y no con Lexie.

— ¡Es tarde! — Me regaña Lexie cuando entro al salón.

— Me quedé dormida. — Resoplo y quisiera tanto que fuera así.

— ¿Te sientes bien? — Me pregunta Peter.

— Si, es que no tengo idea por qué no pude dormir bien.

— Bueno, es que estuviste estresada mientras tu papá tenía a Patrick detrás de ti, quizá es extraño para ti ser libre de nuevo. — Suelto una carcajada.

Estar con mis amigos me hace sentir bien y en el almuerzo o descansos Adriano siempre se nos une con algunos de sus amigos.

— Yo no entiendo por qué terminaron. — Comienza George, uno de los amigos de Adriano y él me da un beso en la sien.

— Nos llevamos mejor así. Deja de estar con lo mismo. — Apoyo la mejilla en su brazo.

— Siguen pareciendo novios, es estúpido. — Suelto una carcajada y le lanzo una servilleta a J.J, es otro de los amigos de Adriano.

— Ya acepten de una vez que solo es mi mejor amigo. — Aprieto sus mejillas.

— Deberían regresar. — Continúa George y lo miramos con fastidio.

— ¿Te llevo a tu casa cuando salgamos? — Me pregunta Adriano y asiento.

— ¿Ven? El doctor Ivanova a ti te ama. A mi aún me da miedo.

— Son unos exagerados. — Todos me miran con cara de ofendidos incluyendo Lexie. — Vale, si da miedo. — Reconozco y soltamos una carcajada.

Quizá si cometí un error al no presentarle a Oliver antes, a mis amigos los ha aceptado sin mucho problema, aunque sigue diciendo que son muchos hombres solo para Lexie y para mí.

Adriano me lleva a mi casa y se queda a comer con nosotros e incluso jugamos boliche con mis hermanos.

— Menos mal no es tenis o ya te hubiéramos ganado. — Se burla Aidan.

Continúa nevando mucho más que esta mañana y Adriano se queda también a cenar.

— Avísales a tus padres que vas a quedarte aquí, está nevando mucho como para conducir. — Le dice mamá.

— No necesito decir que no vas a quedarte con Aitana, ¿Verdad? — Comienza papá y soltamos una carcajada.

— Ay mi amor, ya deberías confiar en él. — Le dice mamá acariciando su mano y me viene a la mente todo lo que vi en el penthouse.

— Nunca como para dejar que duerma con mi hija.

Por supuesto la mamá de Adriano no tuvo problema en que se quedará aquí. Menos mal yo no fui quién tuvo que quedarse en casa de Adriano o papá hubiera ido por mí a como dé lugar, aunque fuera en una de las máquinas para quitar la nieve de la calle.

Después de cenar vemos una película en el cine en casa y cuando termina subimos a mi habitación un rato.

— Por suerte esta casa tiene doscientas habitaciones. — Suelto una carcajada.

— Suficiente por hoy, tú te vas a tu habitación. — Dice papá en el marco de la puerta.

— Vale, vale. — Adriano levanta ambas manos. — Buenas noches monstruo. — Me da un beso en la mejilla y papá lo fulmina con la mirada. — Debería cuidarme a mí de su hija y no a su hija de mí.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora