IMPERIO 26.

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Siento que el piso comienza a moverse, mi corazón a latir con mucha fuerza y las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, pero no lo permito. Al menos no aquí frente a todos, no me gusta que cualquier persona me vea llorar, aunque sepa que son mis amigos y no me van a juzgar. Veo como Oliver besa el cuello de la mujer que tiene en su regazo y le acaricia las piernas hasta de seguro meter la mano debajo de su vestido.

— ¿En serio es el papá del hijo de tu prima? — No puedo evitar preguntar. Espero que me este equivocando y que este viendo hacia otro lugar.

— ¡Si, hace dos meses nació! De hecho, están en juicio porque él se niega a darle dinero. Mi prima dice que cuando estaban juntos la trataba muy mal y muchas veces lo vio con otras mujeres. Su abogado dice que está casado, pero aún no lo confirman y al parecer tiene más hijos. — Se me forma un nudo en la garganta.

Daisy continúa contándonos más cosas sobre la relación que su prima tuvo con Oliver y hago un enorme esfuerzo para no llorar. Cuando no lo resisto más me pongo de pie dejando a todos con el ceño fruncido.

— ¿Estás bien monstruo?

— ¡Si, pero son las 12:50am! Ya tenemos que irnos. — Él también se pone de pie de golpe.

Todos salimos del club y cuando veo a la mesa en donde estaba Oliver se están poniendo de pie para caminar en dirección a los baños. Una lágrima se me escapa, pero la limpio rápidamente.

— ¡Si no los veo el lunes es que el doctor Ivanova me asesinó por llegar tarde! — Exclama Adriano cuando nos despedimos de los demás en el estacionamiento y suelto una carcajada, aunque por dentro mi corazón se está haciendo pedazos. — ¿Estás bien monstruo? — Frunce el ceño cuando se incorpora en el tráfico.

— Si, es solo que las luces me marean y cuando salimos es peor. — Asiente y me acaricia la mejilla.

— Si hoy me muero no dejes que mi mamá vea mi celular por favor. — Suelto una carcajada golpeándolo con el dorso de la mano.

— No seas exagerado, no te vas a morir. — Me mira con la boca abierta.

— No, no me voy a morir, me van a matar. — Suelto otra carcajada.

Quisiera estar así el resto de la noche. De verdad quisiera olvidar, aunque sea algunas horas lo que vi hace unos minutos, no quiero llorar, no aún.

— ¿Y si vamos a otro lugar?

— ¿A dónde? — Alza una ceja.

— No sé, podemos ir a Central Park, pasar por Times Square o a cualquier otro lugar, simplemente caminar.

— Tengo una idea mejor. — Me sonríe y se estaciona en el primer lugar que puede. — Pero como no quiero morir y tampoco que te castiguen hay que pedirle permiso a tu papá. — Suelto una carcajada. Adriano siempre hace las cosas de forma correcta para evitar que yo tenga problemas con mi papá y obvio para que siga confiando en él.

Pasan casi quince minutos hasta que papá acepta — con algo de ayuda de mamá — y me da permiso hasta las 3:30am, ni un minuto más o estaré castigada el resto de mi vida.

— ¿A dónde vamos? — Frunzo el ceño.

— Vamos a ver la ciudad que nunca duerme desde las alturas.

— No entiendo. — Me sonríe.

— Vamos al Empire State.

— ¡Pero está cerrado! — Exclamo.

— Si, pero conozco al guardia así que nos va a dejar subir. — Abro la boca sin poder creerlo.

Cuando llegamos al Empire State un hombre nos abre la puerta y saluda a Adriano. Nos deja subir sin ningún problema y yo sigo con la boca abierta, hace más de dos horas que cerraron.

AITANA. (Imperio #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora