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Ride
—EL AUTO DE JEREMIAH SE DETUVO FRENTE A LA PEQUEÑA CASA QUE ESTABA EN MEDIO DE LA GRANJA, sus ojos verdes se clavaron en la construcción de madera blanca y tejas azules, había un granero ligeramente más grande a su derecha y unos metros más hacia el norte un par de largos maizales. Entonces vio a una mujer de cabellos cobres salir de su hogar un tanto confundida. El Argent la reconoció, en seguida bajó del automóvil.
—¡No puede estar aquí! Es propiedad privada —escuchó decir a la mujer desde el pórtico de la casa, pero el sifón comenzó a acercarse.
Ella tenía los cabellos de color cobre y los ojos tan verdes como los de Jeremiah, la piel blanca como la leche a pesar del ardiente sol que cubría toda la parcela y un aspecto tan despreocupado como si no estuviera consciente de la persona que tenía en frente.
—Lo lamento, sólo venía a visitar a mi difunta madre. —respondió con la mirada sardónica, el muchacho tenía la expresión calmada aunque con un atisbo de seriedad.
Irina jadeó en silencio, sus ojos verdes examinaron el rostro del joven adulto que yacía frente a ella, sus cabellos igual de cobres y sus ojos tan expresivos como los de ella, por supuesto que era más alto y musculoso, tenía los hombros firmes y la espalda recta, y la manera en la que la veía le hizo saber que era él. El mismo niño al que había abandonado cuando apenas tenía trece años.
—Miah... —la mujer bajó los pequeños escalones del pórtico y se acercó más al muchacho, de pronto lo desconcertó al recibirlo con un abrazo, pero en seguida la alejó.
Irina frunció el ceño ante el rechazo, pero Jeremiah en cambio apretó la mandíbula por la molestia.
—¿Por qué enviaste a Diana Falcone? ¿Por qué la enviaste a asesinar a Bastian? —reclamó con severidad.
—¿Qué?
—¡Sólo deja de fingir por un maldito segundo! —gritó el pelirrojo— ¡Por tu culpa él está muerto! ¡¿No lo entiendes?! ¡Lo amaba! —de repente un nudo en su garganta apareció.
—Estaba tratando de protegerte... Hijo, o no... —replicó con clara molestia—.
—¡Casi muero allí también! ¡¿Eso era protegerme?!
—¡Porque me importas! —el pelirrojo soltó una risa amarga, sus ojos miraron con coraje a la mujer.
—¡Creí que habías muerto! ¡Estuve frente a ti cuando ese hombre lobo te mató! ¡Me quedé huérfano! Y en ningún momento, ni siquiera por un segundo sentí tu preocupación al saber que iba a quedarme solo... —dijo hostil.
—¿Y entonces? Qué haces aquí si no es sólo para culparme de todas las cosas malas que te han sucedido en tu vida. —la mujer contraatacó, ambos se miraron tan feroces pero cautelosos como serpientes.
—Vine a advertirte... Deja de interferir en mi vida, ¿de acuerdo? Tuviste nueve años para hacerlo, y ahora no necesito a alguien como tú en mi vida —señaló.
—¡Yo soy tu madre! —exclamó con molestia,
—¡Yo tuve una madre! Y su nombre era Victoria... —el sifón dejó caer sus lágrimas— Ella cuidó de mí, me amó, se preocupó y me enseñó tantas cosas... Y tú... en cambio preferiste huir. —respondió con la voz trémula.
—Una mujer que cazaba a los que son como nosotros... —replicó demandante, pero Jeremiah la señaló.
—¡Yo no soy como tú!... Madre, o no... Con esa familia tuve más de lo que pude merecer en algún momento, tuve una madre, un padre, una hermana... Fui más feliz de lo que pude ser viviendo en el circo... viviendo contigo... ¿Y sabes qué es lo peor? Que aunque quisiera olvidarte sigues viviendo hasta en mi propia mente. —sus labios y su voz temblaron— ¿Sabes lo difícil que fue que todo el mundo me comparara contigo por ser bipolar también?
La mujer se quedó pasmada en su lugar, ¿realmente había oído bien? Sus ojos observaron el mar de emociones que su hijo representaba, y cómo sus lágrimas cubrían su rostro mientras el dolor lo invadía.
—No quiero que vuelvas a involucrarte en mi vida... Por primera vez en mucho tiempo encontré a alguien que me ama por quien soy... —dijo completamente destrozado— Alguien con quien me siento libre... Y con quien soy feliz... —su voz se volvió un fino hilo—.
—Yo sólo quería que pudieras escoger...
—Y ahora lo estoy haciendo. —respondió volviendo su mirada a la Valeska— Y elijo no volverte a ver jamás...
Jeremiah se dio la vuelta y comenzó a caminar nuevamente hacia su auto, abrió la puerta y paseó su mano suavemente por la parte trasera de su pantalón en busca de su revólver, sin embargo, el sonido de la puerta de la entrada abriéndose una vez más llamó su atención, el sifón y la Banshee se giraron para ver, una niña de no más de ocho años se asomó por el marco de la puerta; tenía los cabellos rojizos y los ojos azules como el mar, la piel blanca como el mármol y el rostro tupido de pecas.
—¿Mamá? —dijo en un murmullo— ¿Estás bien?
Jeremiah tragó duro, su mano se detuvo, y una vez más se arrepintió de querer dispararle a alguien.
—Estoy bien, cariño, ¿podrías volver adentro? —incluso el tono tan dulce de la Valeska le amargó la boca.
—¿Quién es él? —escuchó preguntar, su estómago se revolvió, y luego observó a Irina.
—Es...
—Un viejo amigo. —respondió Jeremiah antes de poner su mano sobre la puerta del Camaro.
—Deborah, cielo, ¿puedes volver adentro? —pidió la Banshee a la infante, pero esta, guiada completamente por la curiosidad, se quedó en el marco de la puerta.
—¿Cuál es tu nombre? —dijo con sus orbes azules puestos en el sifón.
—Xander. —respondió, entonces suspiró.
—Fue un gusto, Xander —la niña sonrió amablemente antes de volver al interior de la casa.
Irina miró a su hijo por última vez.
—Sólo déjame en paz... —respondió Jeremiah a la mirada furtiva de su madre biológica antes de entrar a su auto y cerrar la puerta.
La mujer observó a su hijo partir, sin más. Jeremiah tenía el corazón roto, ¿había sido buena idea buscarla? Condujo sin parar fuera de Virginia, supo que jamás volvería a ese lugar, ¿escapar de sus problemas era algo valiente de su parte? Pensó en Bastian y en cómo su muerte lo había afectado, pero también su mente se inundó de Stiles, sus ojos castaños y su voz que podían causarle un escalofrío de sólo recordarlo.
Condujo sin parar.
Quizá al final del día podría ser feliz, huyendo o no.
Quizá.
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GÉMINIS¹ - STILES STILINSKI.
Fanfiction"El dos es nuestro número, como los sueños y los sofás. Supongamos que andar a la deriva no es perderse, que pensarse de vez en cuando no es caer en un hoyo negro. " -Suposiciones; Paola Klug. . . . [ℨ𝔬𝔡𝔦𝔞𝔠𝔞𝔩 𝔐𝔲𝔱𝔞𝔟𝔩𝔢𝔰 𝔖𝔞𝔤𝔞] 1. Los...