Capítulo IV

25 6 12
                                    

―"Nos atacan" ―releyó Alan―. "Los lobos-serpiente vuelven a asediarnos. El brujo con máscara y sombrero se esconde en las sombras. Ayuda". ―Dejó la libreta a un lado―. Creo que, antes de revelarle a Kolenka lo que acaba de recitar en trance, deberíamos esperar a que despierte para pedirle detalles de lo que haya visto.

Voryanda palpó la frente de la chica, ahora recostada a lo largo del sofá.

―Esto es sumamente extraño, Alan. Mis transiciones son breves.

―Eso me recuerda... ―Alan se levantó y fue a la puerta del salón poco antes de que llegara Satek con la bandeja del té―. Muchas gracias, señorita. Yo lo serviré.

Agarró la bandeja, despidió a la chica y cerró la puerta del salón.

―Muy astuto, Alan ―le dijo Voryanda―. Si la muchacha hubiese visto a Kolenka en este estado, le habría avisado a Odessa.

―Y nuestro trabajo se complicaría innecesariamente. ―Alan dejó la bandeja en una mesa auxiliar y le sirvió una taza de té a Voryanda―. ¿No hay cambios?

―Sigue igual, tendremos que esperar.

Kolenka se sentó, aún con los ojos cerrados, y Alan corrió a cumplir su papel de taquígrafo de médiums.

―El pueblo del norte ―dijo Koli―. Sí, se lo diré.

Expectante, Voryanda se inclinó hacia la chica:

―Koli, ¿dónde estás?

―Estoy... ―Abrió los ojos y sonrió―. Volví junto a la guerrera del clan Rynfer.

La nóckut parpadeó sin entender.

Koli miró alrededor, acaso confundida después de tan curioso despertar, y se retorció un mechón de pelo.

―Es la segunda vez que viajo a ese pueblo desconocido ―dijo―. Pero tú sabes a qué me refiero, ¿verdad, Voryanda? Un pueblo de pescadores junto a un lago, rodeado de bosques y montañas, y protegido por las guerreras de ojos azul cobalto y cabellos de oro refulgente. Necesitan ayuda, y confían en mí.

―Descríbenos lo que viste, Koli ―la animó Voryanda―. Tienes toda nuestra atención.

Alan, con libreta y pluma en mano, le indicó con un guiño que estaba listo para registrar todo lo que la joven vidente tuviera que revelarles.

―Bueno ―dijo la chica―, tengo bastante que contar.

Fue una larga media hora durante la que Alan no dejó de escribir. No había escrito tanto en tan poco tiempo desde que estudió ciencias políticas en la Academia de Valday. Repasó las notas.

―Los datos que describiste ―dijo― me recuerdan a las crónicas de viaje que solía leer en el estudio de mi padre. Describes una aldea, cómo acceder allí, características geográficas, actividades de los habitantes... Incluso has detallado el aspecto de las guerreras que protegen la ciudad.

Voryanda dejó la taza de té a un lado y se levantó.

―Recordé algo que me reveló Odessa durante nuestra primera conversación. ―Con las manos a la espalda, caminó de un lado a otro frente al hogar encendido, como solía hacer Exan Deil―. Odessa cree que las palabras pronunciadas durante tus "desmayos" corresponden a los diarios de su marido, el explorador Lucien Sannikov.

―¿Yo hablo durante mis desmayos? ―dijo Koli―. ¿Cómo es posible? Odessa nunca me lo dijo.

―Tu tutora te lo ha ocultado, así como tú no le hablaste de tu capacidad para manipular los objetos de plata.

Sangre nóckut - Arco 3: En tierra de guerreras -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora