Capítulo VI

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   Esta vez, no fue fácil convencer a Odessa Sannikov. Voryanda obtuvo el permiso de acompañar a Kolenka en un paseo por la ciudad, con una condición: tenían una hora para que Koli volviera.

   ―Esto no parece un simple paseo ―le dijo la chica a Voryanda, de camino al albergue―. ¿Qué haremos en una hora? Tiemblo de imaginar lo que me haría Odessa si no volvemos a tiempo.

   A pesar de que el sol estaba alto, el viento de la calles de Vodián le impedía sentir la calidez de la luz que filtraban los olivos. Koli llevaba unas antiparras al cuello, y Voryanda se las acomodó sobre los ojos: la protegerían del viento, y ayudaría a que no la identificaran. Después se quitó la capa de viaje, la anudó al cuello de Koli y le bajó la capucha sobre la cara. Si nadie las reconocía juntas fuera de la casa de Odessa, tanto mejor.

   ―No volverás con ella ―dijo Rynfer, retomando el camino.

   ―Voryanda, ¿qué estás diciendo? ―Koli se detuvo―. Aunque no me guste, debo volver. Es la única casa que tengo.

   ―Dijiste que tienes un hermano.

   ―Gávril se olvidó de mí. Nunca me ha escrito una carta.

   ―¿Y tú le has escrito a él?

   ―¡Claro que sí! Cada día durante mi primer mes fuera de la casa de los Vonzepp.

   Koli bajó la cabeza. ¿Estaba llorando?

   ―Ya no eres una niña, Kolenka. ―Voryanda le agarró una mano y reanudó el camino al albergue―. No debes llorar. Ven conmigo, debo retirar mi equipo antes de viajar.

   ―¿Viajar? A dónde irás. No quiero que te vayas y me dejes sola en esta fría ciudad que empiezo a detestar tanto como a Odessa.

   Voryanda no sabía cuánto demorarían Exan y Alan en reunirse con ella en la delegación, pero al menos sabría que los Guardianes la apoyarían en su plan. Mejor dicho, estaban obligados a hacerlo.

   De camino al albergue, optó por tomar la calle que la acercaba a la delegación. En el vestíbulo pidió hablar con el capitán del destacamento asignado allí. Presentarse como compañera de armas del Cazador Exan Deil le ahorró tiempo de espera.

   ―Estimada Rynfer ―la recibió el capitán en el despacho. Ella tomó asiento delante del escritorio, y Koli, silenciosa y protegida bajo la capa de viaje, aguardó detrás de Voryanda, tal como ella le había indicado―. ¿A qué se debe su visita, milady?

   ―Confío en su discreción y en la de sus Guardianes para cuidar a esta chica, mientras retiro mis pertenecías del albergue. No tardaré, en minutos estaré aquí de regreso.

   El capitán miró a Koli con escaso interés.

   ―¿Y por qué no la lleva consigo? ―preguntó.

   ―Trataré de que la menor cantidad posible de vecinos de Vodián nos vea juntas. Sé que ustedes colaborarán con mi misión.

   ―Lo siento, señorita Rynfer. Pero cuando hay menores implicados...

   Voryanda se levantó, casi tiró la silla:

   ―Si se niega a ayudarnos, entonces dígame cómo le explicará a Exan Deil su falta de colaboración.

   La nueva mención del Cazador cambió el semblante del capitán.

   ―Creo que podemos llegar a un acuerdo, milady. ¿Al menos puedo saber el motivo de la discreción con la que debemos cuidar a esta muchacha?

   ―No hará falta, oficial. En menos de una hora estaremos muy lejos de aquí. Por cierto: ¿dispone de un vehículo para acercarnos a la frontera oriental?

Sangre nóckut - Arco 3: En tierra de guerreras -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora