Capítulo II

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   Sonambulismo. Despertar nocturno en sitios inusuales. Desmayos y pérdida de memoria.

   Capacidad para controlar objetos de plata.

   Voryanda Rynfer no tenía dudas respecto del potencial de Koli. ¡Y se trataba nada menos que de una humana! De haber sido una nóckut, esas capacidades especiales habrían sido el principio de grandes poderes y dones que dominar.

   ―¿Tu tutora sabe de esto? Y me refiero a si sabe todo lo que acabas de contarme.

   Al otro lado del espejo, Koli jugueteó con el lazo del moño sobre la camisa.

   ―No todo. No sabe que puedo evitar que la tetera de plata caiga al piso, ni cómo recuperé uno de sus anillos de la alcantarilla en la que había caído.

   ―¿Por qué se lo ocultas, Koli? Por experiencia, te sugiero que no escondas semejantes verdades a quienes te cuidan. A menos que me des un motivo verdaderamente justificante.

   Koli no respondió.

   ―¿Kolenka? ―dijo una cascada voz de mujer, y la chica se levantó del sillón. Aquella debía de ser Odessa―. Kolenka, aquí estás.

   Una alta y anciana mujer apareció en el campo de visión de Voryanda. El porte un tanto adusto le recordó a su propia maestra, Katarina Rynfer. Las telas bordadas del vestido y los numerosos anillos y collares eran señal del buen vivir que debía de darse la tutora de Koli.

   ―Señora Odessa ―dijo la muchacha―, la señorita Voryanda está en el espejo-portal, para usted.

   Odessa miró de frente a Voryanda, alzó las cejas y sonrió:

   ―Al fin tengo ante mí a una nóckut. ―Ocupó el sillón delante del hogar encendido―. Kolenka, ve a distraerte. Te buscaré cuando termine con la señorita Voryanda Rynfer.

   ―Sí, Odessa. ―Koli hizo una breve reverencia y salió.

   ―Buenas tardes, Voryanda ―dijo la señora―. En cuanto el señor Deil mencionó que conocía a una nóckut con experiencia en percepciones sensoriales, decidí no perder más tiempo con él y lo insté a que me permitiera conocerte. Mi marido había escrito en uno de sus diarios de exploración el encuentro con un clan nóckut en un poblado al norte de esta región. Desde que me refirió su hábito de devorar vampiros y de incinerar a sus enemigos, siempre quise conocer a una de ustedes cara a cara.

   ―¿A qué se debe el interés particular en las nóckuts?

   ―Históricamente, los hombres siempre han sido los guerreros y defensores de su gente. Mi marido ha visto contados casos en los que las mujeres comparten ese rol: hombres y mujeres como aliados, eso es maravilloso.

   Voryanda sonrió a su vez. Los poetas de Agalia solían cantar sobre las doncellas guerreras que entregaban su vida a cambio de compartir la gloria en la batalla junto a sus hermanos nóckuts.

   ―Mis niñas ―siguió diciendo Odessa― no tienen ese espíritu vivo que Lucien ha descrito de las jóvenes nóckuts.

   ―Son humanas, señora ―dijo Voryanda―. Sería un error exigirles a ellas lo que nuestros maestros nos exigen como predadores de vampiros. Debe respetarlas por lo que son.

   Odessa ladeó la cabeza sobre el hombro.

   ―Quizá tengas razón. ―Se inclinó sobre el gato que había quedado delante de los leños y lo acarició―. Imagino que el señor Deil te adelantó el motivo de mi inquietud. Hace tiempo que bajo mi techo no formo a una médium. La última se quitó la vida en el lago helado. No me gustaría perder a Kolenka como perdí a aquella niña.

Sangre nóckut - Arco 3: En tierra de guerreras -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora