Capítulo XIII

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   Arrebujada en el manto de viaje y ceñida por el fuerte brazo de Bliss, Koli se aferró a las crines del caballo. La vidente conducía a la montura entre los robles, manteniéndose a la par de Gávril y sin perder de vista la retaguardia de la columna de guardianas lideradas por Maud.

   La luna y las estrellas no le permitían ver a Koli más que el resplandor de las armaduras doradas, de las lorigas de los corceles y del filo de alabardas y arcos. Bliss le había contado que los nóckuts podían ver en la noche tan bien como un gato o una lechuza. Ella se preguntó si Bliss realmente veía, o si empleaba algún poder nóckut para percibir lo que la rodeaba: los árboles que dejaban atrás eran manchas borrosas, cada vez más difíciles de esquivar a medida que se internaban en el bosque. Su hermano, por su parte, dada la escasa experiencia en equitación, cabalgaba un flamígero hechizado, de modo que pudiese seguir al corcel de Bliss sin impedimentos.

   Los nóckuts, les había explicado la vidente, eran guardianes de conocimientos arcanos y dueños de la voluntad de la naturaleza. El espíritu de un corcel, por ejemplo, era capaz de obedecer las palabras de un espíritu noble, incluso si su jinete no era nóckut.

   ―Por eso mismo ―le había revelado Bliss a Koli aquella tarde― es que debo iniciarte en el camino de la Luna y las estrellas.

   Lo único que veía ahora Koli eran las sombras huidizas de los robles.

   Poco después, Bliss se desvió a la izquierda, y Gávril la siguió.

   No pasó mucho más hasta que la nóckut detuvo el caballo. Gávril hizo lo mismo, y Koli vio, metros adelante y hacia el norte, cómo la reina y sus lanceras desaparecían en la oscuridad.

   ―¿Estarán bien? ―quiso saber.

   ―Percibo que el brujo con máscara aceptó recibirla ―murmuró la vidente―, así que tendrán el camino libre. Guarden silencio, y no desmonten ―les ordenó, y bajó a tierra.

   Koli se ajustó las antiparras de visión nocturna, y sintió la mano de Gávril acomodándole la caperuza sobre el pelo.

   ―Las trajiste ―le murmuró, señalando las gafas―. Fue un sabio regalo de mi parte. Recuerda mantenerte cubierta: nuestras ropas poseen los sellos protectores de Ribinska.

   Ella asintió. Recordaba cómo aquel Cazador había trazado runas invisibles sobre sus ropas, valiéndose de una pluma de bronce con diminutas esmeraldas insertas en las barbas unidas al raquis. Si algún ente oscuro pretendía herirlos, aquellos sellos los protegerían contra daños severos.

   "Cuánta magia hay en el mundo ―pensó―. Quiero aprender todo lo que Odessa Sannikov me escondió durante este último año".

   Bliss caminó en un amplio círculo alrededor de ellos, los ojos cerrados y los labios pronunciando quizás un hechizo arcano que únicamente las Zalaty conocían. Se detuvo y desenganchó de su cinto la empuñadura de oro.

   ―Koli, Gávril, ya saben qué deben hacer.

   Un serpen-volk saltó desde las sombras hacia Bliss, la nóckut extendió el brazo hacia la bestia, y la cinta de luz se materializó en torno al cuello del serpen. Bliss tiró hacia un lado, y el demonio cayó a tierra.

   ―¡Koli! ―la apremió la nóckut.

   Ella se concentró en las cápsulas de plomo y jaspe enterradas junto a las raíces de los robles más cercanos. Con la vista fija en el serpen-volk, movió las manos hacia él, como si a través de los dedos pudiera proyectar a la misma Muerte para acabarlo, y las cápsulas de plomo abandonaron la hojarasca y atravesaron el cuerpo del demonio. La acción conjunta de plomo y Fuego Sagrado deshizo al serpen-volk en cenizas que se llevó la brisa nocturna.

Sangre nóckut - Arco 3: En tierra de guerreras -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora