Capítulo V

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Ádarel, al norte de Agalia, horas antes del mensaje recibido por Kolenka Vonzepp

   La noche caía sobre el bosque de Ádarel. Los últimos rayos solares que asomaban por la cordillera occidental iluminaron el lago con un destello de despedida. A esta hora, los entes oscuros crecían entre los pinos y los robles y acechaban a los pescadores desprevenidos. El último grupo de aldeanos volvía de regreso, subiendo por la pendiente del campo.

   La guardiana Glimmer agarró una de las dos piedras de polvo de luz que llevaba al cuello, la sacó de la cápsula dorada y la frotó contra la otra piedra. Del roce entre las piedras ígneas se desprendió una chispa que ella atrapó entre el índice y el pulgar, y la sopló: la chispa creció hasta convertirse en una esfera de fuego del tamaño de la palma, que ahora flotaba sobre su mano, iluminando el valle y la entrada al pueblo.

   ―¡Deprisa! ―ordenó a los aldeanos, y con la otra mano alzó la lanza señalando el camino que conectaba el puerto con la muralla. Junto a ella avanzaba el grupo rezagado de pescadores, cargando una red repleta de pececillos multicolores y salmones con escamas perladas―. No se detengan. ¡Entren ya!

   Cuando el último de los pescadores cruzó el portal de la muralla, una columna de doce caballos broncíneos y amazonas con lanzas salió del pueblo. Eran los corceles flamígeros de las Zalaty, animales con sangre de fuego que no temían ni al peligro ni a las coces de las huestes infernales.

   Las dos hojas del portal se cerraron tras la última doncella.

   Glimmer chasqueó los dedos, y la esfera de fuego se extinguió en una nube blanquecina. Luminosos como luciérnagas, los ojos de las lanceras centellearon en la oscuridad.

   ―Centinela Glimmer ―llamó la líder. La larga cabellera dorada, sujeta en lo alto de la celada del yelmo, ondeó con la primera brisa nocturna.

   ―Ordene, reina Maud.

   ―Vuelve a la atalaya del cuartel, y vigila, hermana. Mis doncellas me acompañarán en esta incursión.

   Glimmer dobló una rodilla:

   ―Sí, mi reina.

   ―La vidente enviará el mensaje mañana. Aún no está lista.

   ―Entiendo. ―Glimmer golpeó la piedra de la calzada con el cabo de su pica, y desde el bosque trotó hacia ella su amado corcel palomino―. Que la luna y las estrellas la guíen, reina Maud.

   Glimmer recibió a su caballo junto a la calzada, y Maud y las doncellas avanzaron hacia el bosque. ¿Serían suficiente doce lanceras para mantener al brujo y sus lobos-serpiente lejos del pueblo? Solo el camino trazado en las estrellas lo sabría.

 ¿Serían suficiente doce lanceras para mantener al brujo y sus lobos-serpiente lejos del pueblo? Solo el camino trazado en las estrellas lo sabría

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   Bliss abrió los ojos con la primera luz del día que coloreó el dormitorio. Aún flotaban en el ambiente pequeñas nubes púrpuras de las varillas de polvo que había encendido anoche para ayudarse con la meditación.

Sangre nóckut - Arco 3: En tierra de guerreras -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora