Dos por uno

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—¿Tocas el piano?

Michael sonríe mientras pasa su mano lentamente sobre las teclas del piano, a su vez, éstas producen un suave sonido que hace eco en la habitación.

—Aprendí a los dieciocho años, justo cuando pasaba por un momento difícil, en cierto sentido me ayudo, pero fue más un refugio, donde yo podía decirle como me sentía, y él me respondía justo con lo que necesitaba.

Michael se sienta sobre el taburete, toma un poco de aire y comienza a escucharse una dulce melodía, por primera vez es una pieza que no conozco, me gusta la música clásica, de eso no hay duda, pero no la reconozco. A paso lento me posiciono cerca del piano para mirar a Michael, tiene los ojos fijos en las teclas mientras sus dedos de manera hábil se mueven. Entonces se detiene.

—Ven —dice en voz baja, una de sus manos toca el taburete, justo a su lado. Sin oponerme me siento a su lado, estoy nerviosa, pero también emocionada—. Es una melodía que me fascina en todos los sentidos, y para ser honesto es la primera que aprendí a tocar.

Los dedos de Michael se posicionan en su lugar, y en segundos comienzo a escuchar Claro de luna, eso provocan un escalofrío por todo mi cuerpo, y es peor cuando giro mi rostro y veo a Mike tan distinto, su rostro es la representación de como está disfrutando lo que hace. Se ve tan tierno. Pero no dura mucho porque las palabras de Kevin aparecen en este íntimo momento: nadie va a venerar cada parte de ti como lo haré yo.

¿Qué rayos significa eso?

Suelto un suspiro, y no es suficiente con las palabras, los recuerdos de la primera vez en que Kevin pintó frente a mí, y después me trató mal también hacen acto de presencia. La manera en que tomo el pincel, sus gestos, sus ojos, sus labios, y su arte.

Tú eres arte...

Niego con la cabeza volviendo a concentrarme en el ahora, miro a Mike y esta vez sus ojos denotan cierta chispa que nunca había visto. Deja de tocar para que su mano derecha coloque un mechón de cabello atrás de mí oreja.

—Eres hermosa —dice con voz firme, nerviosa comienzo a mover los dedos de mis manos. No sé si va a besarme de nuevo, después de unos días extraño eso, porque él provoca muchas cosas en mi, todas nuevas, todas positivas, y quise hacerlo oficial para que mis padres me permitan esto, y no hacer lo contrario como lo fue con Jules.

—No mientas —digo dejando de mirarlo.

Michael toma mi barbilla haciendo que vuelva a mirarlo. Me siento colapsar.

—Algo que jamás haría es mentirte Blake.

Sin más Michael se acerca para besarme, sus labios se siente húmedos y suaves, pero el beso es distinto, se siente ansioso e incitador. Coloca su mano por mi espalda baja para pegarme más a él, por estar sentados la situación resulta incómoda, pero la sensación es completamente diferente. Sin pensarlo me separo un poco, eso le sorprende, pero no tengo la intención de dejarlo, sino todo lo contrario, me siento sobre sus piernas, estando entre él y el piano. Sin esperar vuelvo a unir mis labios a los suyos, mis manos alrededor de su cuello mientras las manos de Mike comienzan a levantar mi suéter para tocar mi piel y con la yema de sus dedos tocar lugares sensibles de mi espalda y cintura.

—Blake... -dice con voz ronca Michael.

—Oye cariño...

Se escucha una voz femenina, inmediatamente me separo un poco, avergonzada, miro a una mujer sosteniendo un paquete pequeño en una de sus manos, nos mira a ambos con atención dándose cuenta de la situación en la que nos encontramos, ella se da la vuelta más no se va.

El Arte Abstracto de Kevin Miller [Reedición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora