El Arte Abstracto de Kevin Miller [Reedición]

Epilogo

Blake Carter

Mis manos sudan mientras veo el camino que no creí volver a ver, a través de la ventana del coche que Michael esta conduciendo. Ambos nos dirigimos a la casa de la familia Miller, después del mensaje y mis ganas de irme sin dejar ningún recuerdo decidí entregarle aquel regalo que había preparado hace unas semanas.

Eso implicaba verlo una vez más, cosa que no estaba segura de poder hacer, pero aun así lo intentaría. Con mi pulgar toco el circulo metálico que rodea uno de mis dedos. Estoy nerviosa, demasiado, pero se trata de cerrar un ciclo. ¿No? Además, las maletas están listas, solo entregaré la bolsa y te vas.

Al llegar al gran portón Michael se detiene.

—Voy a entrar yo sola —digo al tomar la bolsa de regalo del asiento trasero—, solo entregaré esto y nos vamos.

—No estoy seguro de dejarte entrar sola Blake, la ultima vez que me pediste dejarte sola tuve que llevarte al hospital.

Era cierto, colapse, fue demasiado el dolor que simplemente colapse y fui a dar a un hospital, con lo mucho que detesto esos lugares.

—No será como aquella vez, lo prometo, solo dejare esto y nos vamos.

Michael no parece convencido, sin embargo, solo asiente y deja un beso en mi mejilla.

Salgo del coche, ambas manos en mis bolsillos mientras mi muñeca sostiene el cordón de la bolsa de regalo, suspiro antes de acercarme al portón, para mi sorpresa antes de llamar este se abre. Miro a Michael antes de entrar. Mis pasos son presurosos, aun recuerdo la ultima vez y el que me dejarán muy en claro que no tenía invitación para llegar.

Me detengo justo en la puerta principal cuando ésta se abre, para mi sorpresa Oliver sale, trae puesto un traje negro con camisa blanca, una copa de vino en su mano derecha y una gran sonrisa.

—Que gusto verte de nuevo Blake —su voz suena energética.

—Ojalá yo pudiera decir lo mismo.

—¡Ouch! —se toca el pecho de manera dramática—. Eso me ha dolido demasiado, por cierto, me decepciono demasiado el no verte en la fiesta de cumpleaños de Miller, ¿problemas en el paraíso?

—No me gusta Paris.

—Mala suerte, tenía una sorpresa para ti allá, pero debido a que lo planeado nunca resulta me dedicaré a improvisar.

—¿Es cierto que Kevin está aquí?

—Así es, debe de estar esperándote en su cabaña, hace un rato que no lo veo en casa.

Doy media vuelta, al ver la cabaña comienzo a caminar en su dirección, respiro con dificultad, mis manos sudan en el interior de mis bolsillos, por instinto volteo y puedo ver de lejos como Oliver levanta su copa con esa misma sonrisa.

¿Qué le sucede?

Al estar cerca de puerta de color caoba cierro los ojos con fuerza. No debo llorar, no debo correr, solo debo de ser valiente, entregar el regalo e irme al aeropuerto. Toco el pomo de la puerta y al girarlo me detengo al escuchar pasos apresurados hacia mi dirección.