XXVI

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La cabeza de Kai reposaba sobre mis muslos

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La cabeza de Kai reposaba sobre mis muslos. Intentaba no moverme bruscamente para evitar despertarlo. Sus piernas sobresalían del sillón haciendo, lo que a mí parecer era, una pose muy incómoda. Nos habíamos quedados solos en la sala de su casa después de que oscureciera. Todos los integrantes de la familia se veían cansados. Kai quería dormir de por vida, Jamie expresaba a cada rato sus intenciones de pasar en cama todo el día, Cami se quedaba encerrada en su habitación. El único que salía era Terry, quien se la pasaba vagando la mayor parte del tiempo del lado de Stef. Ni el señor Robinson salía de su oficina ahora que se había desocupado.

Stef.

Había podido hablar con ella por fin, aunque lo primero que había dicho fue preguntarle si estaba bien. En ese momento mi corazón casi se descolocó pues había dado el gran paso de dirigirme a ella. Aturdida me respondió de forma afirmativa mientras los demás le explicaban él cambio por el que había cruzado y al que ahora se debería de acostumbrar. Parte de aquella información se la había dado La Rastreadora, una mujer que, a pesar de que Kai me explicó su cargo, me era difícil de entender del todo.

La veía como una detective que se encargaba de obtener la mayor información posible para determinar quién era el culpable, o qué raza en este caso, de haber cometido asesinato a uno de los suyos y hacerlos pagar. Pero también tenía la tarea de dar la orden para que se llevaran el cuerpo a examinar y después hacer la ceremonia Loito. Los licántropos no enterraban a sus familiares, los quemaban en el bosque cerca de Mond Lupo, de esa forma pasarían a ser parte del bosque que los vio nacer. Eso me explicó Kai.

Lamentablemente ninguno de los Robinson pudo asistir a dicha ceremonia por la distancia que había entre Lock Heaven y su ciudad natal. A Declan se lo habían llevado brujos autorizados para agilizar el traslado. Me dejaron en claro que la relación que tenían con ellos era muy tensa desde que terminó una guerra que los había dejado muy marcados, pero que las intenciones de colaborar estaban a pesar de las muchas prohibiciones que todavía existían.

El lugar estaba silencioso. Había luces tenues en lugares estratégicos de la casa que nos permitían ver la figura de las cosas y así evitar chocar con ellas. Escuché pasos acercarse y me hice la dormida recargando mi cabeza en el respaldo del sillón y cerrando los ojos. Era bastante tarde como para querer que alguien me molestara o molestar a alguien al ver que seguía consciente de lo que pasaba. Primero entró una persona a la sala y rápidamente se quedó quieta. Como no se movía dudé en si abrir o no los ojos para asegurarme de que seguía aquí, pero otro par de pasos me impidió hacerlo.

―¿Por qué la miras tanto? ―escuché a Terry susurrar―. Espero no estés pensando en deshacerte de ella.

―No es nada de eso. Es obvio que la conservaré. ―La otra voz era de Cami. Mantenía de igual forma un tono bajo que, ante la calma y el silencio, se escuchaba perfectamente―. Sólo que... No puedo... Cada vez que intento tomar la guitarra de Declan logro escucharlo amenazarme si me atrevía a hacerlo. Aún en su ausencia no quiero romper las reglas que impuso.

FEVER •|| 𝐻𝑖𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐿𝑢𝑛𝑎 𝐼 ||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora