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Lock Heaven se mantenía bajo una espesa manta de nubes sobre el cielo, dándole un toque blanquecino a todo lo que la luz del sol oculto iluminaba

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Lock Heaven se mantenía bajo una espesa manta de nubes sobre el cielo, dándole un toque blanquecino a todo lo que la luz del sol oculto iluminaba. No era un día especialmente frío. Había tenido la oportunidad de sentir los peores días de invierno en la piel como agujas, haciéndome tiritar. Pero hoy bastaba con mantener puesta mi chamarra y la caminata que Kai me había obligado hacer.

No era fanática del pueblo, se podría decir que era exactamente lo contrario a eso, por lo que no lo conocía del todo ya que no solía salir mucho o prestar atención al camino. Sin embargo, el lugar en el que ahora me encontraba era bastante lindo, relajante, apartado del centro del pueblo, y me cuestioné la razón por la cual no conocía esta zona exacta.

Frente a mí se extendía un área rocosa a las orillas de un pequeño río. Más allá, el bosque se expandía, oscuro, con una cantidad de árboles tal que la visión del interior era mala desde donde ahora estaba. Emanaba peligro, incertidumbre y, de alguna manera, curiosidad.

—Es lindo, ¿no es así? —Kai se encontraba sobre una piedra lo bastante grande y sólida en la tierra como para no moverse por su peso. Tenía la mirada perdida en el paisaje y las manos dentro de una sudadera tan delgada que servía más de accesorio que contra el frío, abierta de la parte de enfrente.

—Sí —respondí—. ¿Cómo encontraste este lugar?

Dudaba que de niño hubiera llegado aquí en una de sus excursiones personales.

—Oh, ¿ya comenzamos con las preguntas? —Me miró sonriendo y por un momento creí ver sus ojos brillar—. Me parece bien. Llegué aquí después de haber ido a la escuela para inscribirme. No esperaban un alumno nuevo de esa forma, así que se tardaron mucho en matricularme. Al final me dieron la opción de quedarme o irme. No me apetecía entrar en medio de una clase, así que decidí perderme un poco. —Se encogió de hombros.

Entonces no se quedó. De haber sido así, seguramente me lo habría topado por los pasillos o al final de las clases. Esa sería un mejor reencuentro que la manera poco ortodoxa en la que se dio.

Recordé haberme sentido observada ese día, lo que me hizo pensar que tal vez había sido él.

—¿Llegaron el Lunes? —cuestioné.

—Sí. Como a eso de las diez de la mañana. ¿Por qué?

Negué.

—Sólo curiosidad.

Entrabamos a las siete a la escuela, eso significaba que no había una razón para ser él el responsable de mi paranoia. De alguna manera me hacía sentir incómoda. Habría acabado con una incógnita de haber sido así.

Bajó de la piedra dando un salto. Polvo y piedras se apartaron del lugar donde había clavado los pies al aterrizar y comenzó a caminar en mi dirección. Su cabello se había revuelto un poco y le caía sobre sus gruesas cejas, algunos mechones llegaban a rozar sus pestañas

FEVER •|| 𝐻𝑖𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐿𝑢𝑛𝑎 𝐼 ||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora