XXVII

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Por primera vez quise escuchar la lluvia para relajarme y acelerar el proceso de dormirme, pero esta noche estaba más despejada que muchas otras

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Por primera vez quise escuchar la lluvia para relajarme y acelerar el proceso de dormirme, pero esta noche estaba más despejada que muchas otras. Realmente no tenía sueño, así como tampoco sentía hambre a pesar de no haber comido algo decente en todo el día. El chocolate que me había dado Kai estaba intacto sobre la mesita al lado de mi cama. Me acerqué al lado de mi ventana para ver a través de ella. Los recuerdos inundaban mi cabeza, tan irreales y a la vez muy presentes. Tenía sensaciones que no se desvanecían sino que, por el contrario, parecían aumentar.

Terry apareció cruzando el patio de su casa, pasó a un lado de esta y se quedó en la parte trasera para fumar. Recordaba que era la una y media cuando salió junto con Stef, lo tenía presente por lo tarde que era. Ahora regresaba solo. Eran las dos cincuenta. Había pasado más de una hora viendo a la ventana y mis intenciones de dormir no se habían siquiera asomado o dado indicios de existir.

Me levanté y tomé una chamarra dispuesta a salir. Antes de hacerlo, le dejé a Carroll un huevo con la esperanza de que comiera, aunque no lo hiciera en mi presencia.

El ambiente se sentía húmedo a pesar de la escasez de lluvia. El otoño estaba en su plenitud y las hojas que caían de los árboles cada vez que el viento soplaba lo confirmaban.

Terry miraba al bosque, dándome la espalda, y en cuanto estuve cerca, giró. Se veía confuso ante mi presencia, pero era tan poco lo que su cara expresaba que bien podían ser suposiciones mías.

―¿Acaso siempre estás fumando? ―Buscaba que mi comentario fuera más del tipo gracioso, esperaba que no se hubiera escuchado como una queja. Cuando sonrió de lado supe que lo había logrado.

―¿Y tú siempre tienes insomnio? ―El cigarrillo en su boca se movió cuando habló. Lo tomó con sus dedos medio e índice en un movimiento fluido, para después sacar el humo lentamente por su nariz. Me pregunté qué tan difícil era hacer eso―. ¿Tienes algún reto interesante hoy también?

Seguramente se refería a cuando le pedí que me llevara con Trina.

El pasto se escuchaba cada vez que daba un paso hasta que llegué a la cerca que separaba las dos propiedades.

―Depende de que tan retador pienses que es un interrogatorio de mi parte.

De un salto se sentó sobre la madera de la cerca. Mantenía bastante bien el equilibrio. Yo nunca había intentado hacer eso y verlo me hizo querer imitarlo. En cambio, me apoyé sobre esta.

―¿Son muy personales? ―preguntó con curiosidad.

―Quiero saber por qué me pediste que no dijera que fuiste tú quien encontró a Stef. Incluso ella piensa que yo fui quien la rescató con ayuda de muchos kilos de suerte y un deseo al aire. ―Mis palabras lo tensaron. Dejó de mirarme dedicándose a inhalar de su cigarro―. No quiero desconfiar de ti porque me has ayudado, pero ocultar las cosas no me lo pone fácil.

FEVER •|| 𝐻𝑖𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐿𝑢𝑛𝑎 𝐼 ||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora