Los Robinson habían llegado por primera vez a Lock Heaven en el verano de mi sexto cumpleaños. Era tarde, mi familia y yo estábamos en casa refugiándonos de las gotas de lluvia que aún caían, con menor fuerza pero persistían. El aroma a tierra mojada llegaba hasta el interior de la casa y algunas de las paredes estaban húmedas porque se colaba el agua al interior.
Yo estaba corriendo alrededor del mobiliario de la sala mientras Cameron corría detrás de mí. Le había hecho enojar momentos antes por haber tirado su rebanada de pay, pero fue porque me había dicho pecosa, y él sabía que no me gustaban mis pecas.
Todo había sido un acto de justicia.
Pelear con él no era una opción para mí. Cameron tenía más fuerza, también era más rápido, y sus golpes dolían como el infierno. Por eso opté por escapar y clamar a mamá por auxilio. Ella estaba sentada en la mesa del comedor remendando un vestido de Cami, mientras que la antes mencionada se pintaba las uñas de los pies.
Recuerdo haberme caído y golpeado de tal forma que uno de mis dientes salió volando de mi boca con la promesa de no regresar a su lugar, la sangre salía de entre mis labios y comencé a llorar. Lloré aún más fuerte cuando noté que Cameron se veía asustado por lo que pasó. Lo hacía más por el gusto de ver su cara de culpa y miedo que por dolor.
Mamá llegó momentos después y me sostuvo contra ella para limpiarme y consolarme.
—Mira lo que tenemos aquí —había dicho ella, sosteniendo el diente en la mano que no se encargaba de limpiarme—. Es un enorme diente limpio que complacerá al Hada de los Dientes. Seguramente será generosa esta noche.
—¿De verdad lo crees? —pregunté emocionada, dejando atrás el dolor sobre actuado.
Ella asintió y giró la cabeza cuando la puerta se abrió.
Papá entró a la casa, con la camiseta sucia de aceite y los pantalones arremangados hasta las rodillas. Había estado afuera arreglando la camioneta vieja que nos pertenecía. Pareció pasar por completo de mi mini accidente.
—Parece que tenemos nuevos vecinos —mencionó, limpiando sus manos con un trapo.
Seguido de sus palabras, un ruido se escuchó fuera de la casa. Mis hermanos ya se habían apurado a ir hasta la ventana para comprobar lo que dijo papá. Yo llegué al último porque tuve que convencer a mi madre de que ya estaba bien y que nada me dolía para que me soltara. Todos estábamos sorprendidos ya que esa casa no había sido alquilada en años.
El recuerdo más vívido de ese día que almacenaba mi cerebro, era en el que los vi a todos salir del auto porque nos habíamos dado cuenta de que había niños de nuestra edad, para jugar.
🐾
Miré una última vez por la ventana de mi cuarto hacia la casa de al lado.
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FEVER •|| 𝐻𝑖𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐿𝑢𝑛𝑎 𝐼 ||•
FantasyClara se ha mentalizado que todo en su vida está bien, que la magia en su niñez no eran más que imaginaciones de su infantil mente. Pero los Robinson, sus antiguos vecinos, regresan para recordarle el pasado, aquel en el que alguna vez creyó que ell...