III

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Miré a Kai, perpleja

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Miré a Kai, perpleja. Sus palabras parecían más una mentira que un intento de confesión de algo, pero la seriedad con la que las había dicho carecía de vacilación, como si el mismo creyera en lo que decía.

—Es una broma —aseguré esperando que él me lo confirmara, pero su expresión no cambió.

Se apartó de mí dando algunos pasos atrás, dejando mi mano en el aire cerrarse para contener el poco calor que había compartido con él.

—Ahora puedes pensar lo que quieras, pero la próxima vez que hablemos lo tienes que tomar en serio.

Lo miré confundida, aparté la mirada un segundo antes de volverlo a ver. ¿Acaso habíamos acabado con la conversación hoy? Tenía tanto que preguntarle, no sabía ni cómo empezar a formular mis interrogantes, ¿y él ya se quería marchar? Había sido tan insistente antes. Sentía que la razón de que esto acabara ahora era yo al ser tan reacia al inicio.

Kai cruzó sus brazos sobre su pecho, tensando sus músculos debajo de la tela de su ropa, y giró la cabeza a un lado como si estuviera esperando algo. No pasó mucho tiempo para que un auto gris pasara y se estacionara al lado de nosotros.

Desearía no haberlo reconocido.

—Clara, si te digo que me esperes al salir porque pasaré por ti, ¿qué es lo que haces? —me regañó Cam, saliendo del auto para apoyarse en el techo de este con los brazos.

—Esperarte —respondí—, y eso hice. No me iba a quedar todo el día ahí, ¿sabes? —Antes de que dijera alguna otra cosa, me apresuré a ir hacia el auto para entrar. Pasé al lado de Kai, echándole un último vistazo antes de irme.

—Hola, Cameron. Tiempo sin verte —dijo a mis espaldas.

—Un par de años. Sí. —Mi hermano entrecerró los ojos en dirección a nuestro vecino. Me dio la impresión de que quería decir más, pero se contuvo—. Nos vemos, Kai. —Parecía estar tratando un asunto delicado por la forma en la que se expresaba. Se deslizó dentro del auto y comenzó a conducir sin apartar la mirada del camino.

Contemplé el espejo lateral sólo para observar como Kai se hacía más pequeño mientras nos alejábamos, hasta que desapareció.

—Dices que sabemos lo mismo —comencé a decir—, pero creo que hay cosas que me estás ocultando. —Le dediqué una mirada acusadora, pero no se inmutó, sólo me miró un segundo para elevar una ceja.

—¿De qué hablaron?

Los últimos momentos que pasé con Kai pasaron por mi cabeza rápidamente, deteniéndose en su confesión que no sabía si considerar como una tomada de pelo o algo real. Me acomodé en el asiento dejando por completo mi espalda sobre el respaldo, me encogí de hombros para que el cuello de mi chamarra cubriera un poco mi cara, haciendo una barrera entre mi hermano y yo. Pasé bastante tiempo callada, mirando cómo dejábamos atrás casa por casa, hasta que llegamos a nuestra calle.

FEVER •|| 𝐻𝑖𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐿𝑢𝑛𝑎 𝐼 ||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora