XVI

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Podía ver las estrellas como puntos en el cielo, algunas tintineaban, en otras su luz era constante

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Podía ver las estrellas como puntos en el cielo, algunas tintineaban, en otras su luz era constante. Eran muy pocas. No pude evitar recordar que en internet leí que la contaminación lumínica no permitía ver en su máximo esplendor el cielo nocturno. Mi mayor acercamiento a un cielo limpio era ver imágenes en línea.

El hombre uniformado frente a mí ya estaba fastidiado de que yo no le prestara atención, pero es que me había estado haciendo la misma pregunta sin creer en mi respuesta.

―¿Estás segura de que eso es lo que viste?

Sinceramente ya me había molestado estar parada en el mismo lugar, con frío y siendo tachada de mentirosa. La única razón de no haberme ido y darle la espalda era que lo veía como un acto muy descortés. Además, Kai de igual forma había hecho acto de presencia y no se notaba especialmente feliz, y si dejaba de hablar con el policía, él se acercaría. No quería eso. No tan pronto.

―En realidad no sé qué es lo que quiere escucharme decir.

―La verdad.

Me encogí de hombros, negué y desvié la mirada. No había nada más qué decir y él no me aclaraba lo que quería escuchar.

―Supongo que entonces es suficiente ―dijo finalmente y guardando la libreta que tenía en las manos―. Todos han dicho lo mismo pero eso no lo hace menos ridículo. No hay lobos en Lock Heaven ―refunfuñó entre dientes al alejarse.

«Créame que lo sé. Vaya que lo sé».

Náyade estaba un poco alejada, al pasar el policía frente a ella lo miró entrecerrando los ojos. Ahora sabía por qué parecía hostil cuando le tocó ser interrogada por él.

―Casi podía escuchar lo que te decía ―mencionó al acercarse a mí. Se abrazaba a ella misma para contrarrestar el frío―. Qué falta de profesionalismo no anotar nuestras palabras como testimonio por muy delirantes que se escucharan. ―Miró un punto fijo detrás de mí haciéndome girar la cabeza. Kai estaba al margen, observando todo y no siendo parte de nada, esperando que lo que sea que yo estuviera haciendo terminara y me acercara a él, o a que quedara sola para venir―. Así que eres compañera de un hijo de la luna, ¿eh? Y yo que te iba a decir que te alejaras lo más posible de ellos. Nunca sabes cuando la mordida será dirigida hacia ti.

Tomé aire imaginando aquello y esperando que nunca pasara.

―No creo tener muchas opciones a elegir.

―Todos tenemos opción. ―Quitó un mechón que tapaba mi cara por encima de mi nariz―. Dejaré en tus manos el que le digas a Claudine que se quedó sin trabajo momentáneamente. Y supondré que también le mencionarás que su querida jefa es un hada, asumiendo que ya sabe lo que es tu amigo porque se lo has dicho.

Aún me costaba asimilar que Náyade era parte de aquel mundo que antes desconocía. No estaba sorprendida, ya no, pero no estaba preparada cuando Kai la acusó de ser ella la responsable de los daños y de intentar lastimarme llamándola "Sucia Hada". La explicación a eso fue más interesante pero poco satisfactoria: era un hada del bosque, por lo tanto, según él, olía a madera quemada y un poco de tierra. En unos minutos se pueden saber muchas cosas si haces las preguntas correctas. O, en mi caso, si estás con dos individuos que no paran de acusarse.

FEVER •|| 𝐻𝑖𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝐿𝑢𝑛𝑎 𝐼 ||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora