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Amelie.

Abrí mis ojos acostumbrándome a la poca luz que ingresaba desde la ventana. Me estiré y llevé mis manos hacia el costado, pensando sentir algún bulto, pero no había nada, no había nadie. Fruncí el ceño, giré, la cama se encontraba sola, él se había ido otra vez, sin despedirse.

Suspiré para levantarme de la cama y darme cuenta que era más de medio día. Me abracé con mis manos frías para bajar a desayunar. Busque su presencia en algún rincón de la casa, pero no hubo respuesta, se había ido otra vez, sin despedirse.

Hoy no era el mejor día, no me sentía lista para empezar mi rutina diaria, por lo que después de comer algunos pequeños pedazos de pan integral, me retiré a mi habitación nuevamente.

Subiendo las escaleras encontré una fila de fotos, sonreí extrañando esas épocas, sonreí extrañandolo a mi lado, porque el tiempo había pasado y porque no sabía como detener el gran camino que teníamos por delante, porque sabía que al terminar un gran vacío nos esperaba, y no sabía cómo afrontarlo.

La noche llegó y con ella, la manija de la puerta se abrió. Sus rulos se asomaron para después mirarme e ignorarme por completo.

—¿Todo el día estuviste en la cama? —su voz me sacó de mi trance, haciendo que lo mirara sacarse la camisa.

—Sí, no me he sentido bien.

—¿Y eso? —sus actos eran como si estuviera en automático, la misma rutina de cada noche.

—¿Harry, debo recordarte que tengo depresión? Hay días en los que no quiero...

—No quieres salir de la cama, no quieres hacer nada, no quieres vivir, lo sé, Amelie, lo sé porque estás así hace un año —me quedé callada, sentí que fue un reclamo hacia mí, sentí que era algo que él debía entender.

—Tú sabes que no es fácil desde lo que pasó, Harry, tenme paciencia, yo quiero mejorar pero...

—Te he pagado a los mejores especialistas en el mundo, y mírate —su mano viajó hacia mí, señalándome, como si fuera un maldito caso perdido.

—Yo no he querido enfermarme así —mi respiración empezaba a entrecortarse, así es, con cosas tan simples podía alterarme fácilmente.

—¡Por Dios, Amelie, tienes veintidós años, no eres una señora de cincuenta!

—¡La edad no tiene nada que ver! —grité levantándome de la cama.

—No voy a discutir contigo, no esta noche.

—Muy tarde ¿No crees? —susurré con sarcasmo.

Él me dio una fría mirada para tomar su almohada, darme un beso en la frente y salir por la puerta, dejándome nuevamente sola, con el corazón y la estabilidad completamente rota.

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Domingo temprano, el sol de California golpeaba duro para ser temprano.

Me quedé parada delante de la cocina, mirando la pequeña mesa del centro, un desayuno recién horneado con una pequeña nota al lado, sonreí al sentir el rico aroma de mi comida. Tomé lo necesario y me senté mientras sonreía para empezar a desayunar.

Salí a correr, amor, no tardo, H.

Acaricié el papel, que podría ser tan insignificante quizá, pero para mi, era una muestra de interés de Harry, cosa que no recibía hace muchos meses. A la mitad de mi desayuno, las llaves de la casa hicieron que volteara para encontrarme a mi novio entrando por la puerta.

—Buenos días, guapo —me animé a sonreírle, realmente era guapo, y era mío.

—Buenos días, amor —al ver el pequeño ramo de rosas que tenía entre sus manos, Dios, me sentía feliz después de tanto tiempo, solté mi tenedor y corrí hacia él para abrazarlo. —Espero te gusten, sé que hace mucho no te daba ningún detalle.

—Eso no importa, me has hecho muy feliz hoy, bebé —y después de tiempo, uní mis labios a los de él, perdiéndome en un beso lleno de desesperación y amor. —Gracias por el desayuno, está riquísimo ¿Estás cansado?

Me regaló un último beso y caminó hasta el refrigerador para sacar su botella de agua, como siempre.

—Un poco, salí a correr con Alex —al escuchar su nombre, voltee a mirarlo, él seguía haciendo sus actividades como si ese nombre no hubiera significado nada.

No es que yo sea celosa, pero todo el mundo sabe que esa mujer viene detrás de Harry hace varios años, incluso, le ha ofrecido un papel en la maldita película que piensa grabar, él no ha aceptado porque le comenté mi incomodidad, a pesar de que jura que son únicamente amigos y que esa señora, porque es una señora de treinta y seis años, no lo persigue.

—¿Todo bien? —preguntó cuando no obtuvo respuesta de mi parte, hice un sonido de asentimiento con mis labios y puse mis platos en el lavabo para subir escaleras arriba.

Esa mujer me da ansiedad, escuchar su nombre puede malograr un día entero, pero es que si Harry supiera la verdad, no sería su amigo, estaba segura de eso.

Prendí la tv para ver alguna serie de Netflix, sin embargo, la puerta se abrió viendo como un Harry sin camisa entraba por la puerta.

—¿Estás enojada?

—No, solo sabes que ella no me cae bien —se sentó delante mío en nuestra gran cama.

—Sabes que ella solo es mi amiga —sus manos fueron a mis piernas desnudas y tiró de ellas, su gran peso quedó encima mío, me hizo tragar saliva cuando lo vi llegar su mano hasta la tira de mi pijama.

—De todas formas, no me agrada.

—Mi mujer, eres tú, celosa —sentí su bulto apretarse contra mí.

—Esa mujer quiere estar contigo —dije entre jadeos por sus besos en el cuello. —¿No puedes darte cuenta?

Lo sentí suspirar para regalarme un último beso y salir de encima mío. Lo miré extrañada pero ya sabía que se había enojado, su amiga era intocable y yo una exagerada.

—Exageras —suspiró. —Iré al estudio, debo tener listas unas canciones.

Y sin más, salió por la puerta.

🌻🌻🌻

¡Hola!

El primer capítulo está aquí.

Realmente lo que se viene es de locos.

Les agradecería si me apoyan con sus votos y comentarios.

Les mando un abrazo.

Clau.

Stone Cold [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora