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Amelie.

Le pedí a mi mejor amiga que se quedara conmigo esta noche, ella no vive actualmente en California. Hicimos pijamadas y pasamos el rato juntas. Debo admitir que traía la mente tan emocionada y distraída que ese vacío en el pecho había desaparecido, la presencia de mi amiga había hecho que desaparezca.

Eli significaba una gran parte de mi vida y de mi corazón. Puedo asegurar que ella es uno de los amores más grandes que he tenido, porque cuando hablamos de amor, no siempre es una pareja, los amigos lo son también, y ella era mi alma gemela. Eli me transmitía seguridad, confianza en mi misma, ambas habíamos luchado por nuestros sueños y sé que seguiríamos de la mano hasta la eternidad.

Al día siguiente, luego del desayuno, corrí a encerrarme a mi cama ya que el fastidio estaba creciendo en mi nuevamente, quería solo dormir. Lloré de impotencia porque no podía escapar de estas sensaciones, porque a donde vaya, estarían conmigo. Harry me encontró, pero antes de que pudiera decir algo sentí un golpe, el quejido del rizado y los cabello pelirrojos de mi amiga entraron por la puerta.

—Lo mandé a cocinar —susurró riendo para sentarse delante mío. —¿Quieres estar sola?

Sí.

—No, Eli, es solo que... ya sabes, esto vuelve sin avisar y solo quiero estar aquí, en mi lugar seguro.

Ella me regaló una mirada enternecida para pedirme que durmiera. Mis lágrimas caían pero pude calmar mi respiración, sabía que Eli estaría ahí y sabía que ella no me dejaría sola.

—Despierta, dormilona —una suave caricia se sintió en la punta de la nariz.

—¿Qué hora es? —pregunté acostumbrándome a la luz de la ventana.

—La hora del almuerzo, espero que tu novio se haya esforzado.

Bajamos para sentarnos a almorzar rápidamente. Los tres conversamos como en los viejos tiempos. Al final, nuevamente quedamos solo yo y mi amiga, ya que Harry se retiró por una reunión de trabajo.

—Ame ¿Y si vuelves a los escenarios? Quizá eso sea lo que te falte para seguir adelante.

Silencio.

No dije nada pero esa idea me podía aterrar. Algo muy común de mi condición era que tenía ansiedad gracias a ciertos escenarios que imaginaba, que no pasaban en la vida real, pero si en mi cabeza.

Harry dejándome.

Harry dejándome por Alex.

Terminar con Harry.

—¿Amelie?

—No creo que sea buena idea, Eli.

—Pasas mucho tiempo aquí sola, el encierro tampoco te hace bien. No digo que mañana mismo te subas a un escenario con diez mil personas —abrí los ojos de golpe. —Digo que puedes analizar la posibilidad de, paso a paso, recuperar tu vida.

Recuperar mi vida.

Nuevamente me perdí en esa frase.

¿Tenía la vida perdida?

Al parecer sí.

Después de eso solo me dediqué a lavar los platos mientras oía a Eli hacer algunas llamadas telefónicas. Al caer la noche, ella se retiró para que mi castaño entrara por la puerta.

—¿Qué tal estuvo tu día? ¿Tienes hambre?

Asintió mientras colocaba todas sus pertenencias sobre la mesa de mármol de la cocina.

—¿Día difícil? —lo oí suspirar.

—Si, Ame, estoy algo estresado.

Giré a verlo y su cara lucía desencajada.

—Puedes contarme lo que sea —me miró dudoso, porque desde que tenía depresión, ese lo que sea, se había limitado a temas que no me generaran ansiedad.

—Quieren que empiece la gira en tres meses.

Sabía lo que eso significaba, sabía que él se iría por mucho tiempo, tiempo en el que yo lo iba a extrañar, pero entendía su trabajo.

—A ti te gusta cantar, Harry, deberías hacerlo —lo animé a pesar de saber que me esperaba una gran soledad.

—¿Vendrás conmigo, cierto?

Lo miré, él sabía mi respuesta.

—Puedes tomar el primer avión hacía aquí si es que no te sientes cómoda, Amelie, pero quiero que me acompañes.

Recuerdo cuando fuimos a visitar a nuestras familias en Londres. No estaba tan convencida de hacer el viaje pero Harry me había dejado en claro que me arrastraría si fuera necesario. Apenas habían pasado dos meses desde el incidente y no había momento del día en el que pudiera estar de pie, sintiéndome bien.

A pesar de todo eso, llegamos a Londres, sin embargo, al día siguiente, me encontraba en un vuelo de regreso a California, no lo soporté y tuve que volver. Regresé sola. Porque él no me entendía, porque él solo me reclamo y porque él me deseó un buen viaje luego de cerrarme la puerta de la habitación en la cara al verme con mis maletas.

Es en ese momento que decidí que necesitaba ayuda psicológica. Harry pagó a los mejores especialistas del mundo. Trajo médicos de Corea, China, Cuba, América, etc. pero todos dijeron lo mismo:

Ella necesita medicación y tiempo, señor Styles.

Harry se rindió y tomó la actitud de ignorarme por completo. Y desde ese entonces, vivimos así, hasta hace unos días, que al parecer, todo puede mejorar.

—Sabes que no es muy fácil para mi y ahora peor que tengo un año entero encerrada aquí.

No dijo nada, lo agradecí.

Me enojaba no poder darle lo que él necesitaba. Era consciente de que estaba completamente jodida y que, muchas veces, lo había arrastrado conmigo hasta mi hueco negro del que me negaba a salir.

No porque no quería, sino porque no podía.

Sé que estos últimos días ha puesto de su parte, pero no puedo con esto, es más fuerte que yo.

—Eli me dijo que debería volver a cantar.

—Deberías, sí deberías —su hoyuelo se marcó comprensivo.

—Quiero intentarlo.

—Sabes que te apoyaré, amo verte cantar.

Sus brazos me rodearon, era tan extraño estar así con Harry, porque hace mucho, lo último que hacíamos era tener momentos para nosotros.

Quizá, era la luz al final del túnel.

O quizá no.

🌻🌻🌻

¡Capítulo sorpresa! Espero se encuentren muy bien, les mando un abrazote y gracias por leer bebés.

Clau.

Stone Cold [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora