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Maratón 1/3.

Amelie.

El tema había quedado ahí. Al llegar a casa, me encerré en nuestra habitación y él, en su estudio.

Tres días.

Tres días que me parecieron eternos, que me hicieron pensar y reflexionar sobre lo que había sido de nuestra relación este último año. Pensé en que quizá no teníamos todo lo que habías poseído antes, pero nos teníamos el uno al otro y, al menos para mí, eso era suficiente. Tres días en lo que ninguno salió de su escondite. No lo escuché salir y tampoco puso un pie fuera de la casa. Jamás llegó a dormir conmigo, a nuestra cama y yo tampoco baje a buscarlo.

La casa fue silencio tres días. En donde a pesar de estar bajo el mismo techo, no nos cruzamos más de tres veces.

Estaba cansada, estaba harta, estaba exhausta de lo mismo, estaba cansada de mi, estaba cansada de no poder darle lo mejor a él, de no haber visto que él también sufría. Quizá si fue mi error, quizá sí descuide mi relación con Harry, pero yo lo amaba y esperaba arreglar cualquier cosa que se interpusiera entre nosotros.

Porque él era el amor de mi vida.

Porque Harry me había mostrado una parte de mi vida que no volvería a encontrar, porque él había iluminado lo que había estado a oscuras, porque siempre habíamos sido uno, a pesar de todo, contra todo y todos, siempre fuimos Harry y Amelie. Los recuerdos empezaron a venir a mi mente. Harry era en todo lo que podía pensar, y el como lo tenía tan cerca, pero tan lejos.

—¿Podemos hablar? —su silueta entró por la puerta de nuestra habitación, asentí levemente, él caminó hasta mí para sentarse delante mío. —No sé por dónde comenzar.

—Por el inicio.

Entonces...

—Lo nuestro no da para más.

El mundo se me vino abajo, por segunda vez en mi vida.

Las lágrimas a acumularse, la garganta se me cerró y sentí que estaba quedándome sin piso.

—¿Qué? —solté con los ojos cargados de lágrimas.

—No puedo seguir con esto, Amelie —sus ojos buscaban los míos, pero no los encontraban porque yo no me atrevía a mirarlo. —No puedo hacerme el ciego tanto tiempo, desde hace un año nuestra relación se vino en picada, estamos en una relación pero ya no estamos juntos. Tú te deprimiste por perder a nuestro hijo y yo viví mi duelo escondiéndome en la música. Lamento mucho que no puedas recuperarte aún, lamento que sufrieras esa pérdida, lamento no haber sido...

—¿De verdad estás haciendo esto? —es que no lo podía creer.

—Amelie, yo... yo creo que debemos seguir caminos separados, hable con Alex, ella cree...

Todo tiene sentido ahora.

—¡¿Podrías dejar de mencionar a esa mujer?! ¡No puedo creer que dejes que ella te aconseje! ¡Harry, no seas ciego, ella quiere separarnos!

—¡La quiero!

El pecho se me cerró, mi corazón se detuvo.

El la quería.

El la quería como me quiso a mi alguna vez. 

Entonces supe que lo había perdido, lo había perdido por otra mujer.

El hombre delante de mí se dio cuenta de lo que había dicho. El corazón me dolía, mis lágrimas salían por montones y el aire empezaba a faltarme. Pero no le daría el gusto, yo podía seguir de pie a pesar de que el mundo se me venía encima.

No entendía porque hacia esto, no entendía como de un momento a otro, cuando todo parecía mejorar el sentía que ya no quería estar a mi lado. ¿Por cuanto tiempo el se habrá sentido así? ¿Cuánto tiempo habrá estado soportándome? ¿Ya no me ama? ¿Qué le hice?

No había nada más que hablar, no había nada más que decir. Había jugado mis cartas y estaba tan cansada de pedirle que me prestara atención, que se fijara en mí, que sea detallista conmigo y no con cosas materiales, con su personalidad, porque yo lo amaba y porque no creía volver a amar de esta manera, nunca más.

—Amelie, yo...

Le mostré mi palma y le pedí detenerse, cerré mis ojos con fuerza queriendo despertar de este maldito sueño, de este sueño en donde me quitaban a mi amor, en donde me lo arrebataron.

En silencio, Harry entendió que debía desaparecer de escena.

Me senté en la cama y me permití llorar por todo. Por haberme enamorado de este hombre, por nuestros momentos vividos, por nuestras risas, nuestros llantos, por las caricias y besos, por nuestro bebé perdido, por él, por mí, por nosotros.

Mi vista viajó hasta mi mano izquierda, el anillo de compromiso era lo único que brillaba en mí, porque sí, nos íbamos a casar, porque teníamos fecha planeada pero luego, ella me arrebató a mi bebé y ahora me estaba arrebatando a mi gran amor.

Sin perder más tiempo, corrí a mi armario para buscar mi maleta, metí todo lo que pude, necesitaba salir de esta casa, estas paredes ya no eran mi hogar, y no lo volvería a ser. La ropa se me caía de las manos por la manera en la que quería tomarla, el suelo estaba lleno de mis prendas, pero aún así, entre lagrimas, tomé todo y lo metí en las maletas que cupieran. Cuando todo estaba en la maleta, di una última mirada a mi habitación y cerré la puerta.

Bajé como pude las escaleras, las lágrimas me impedían ver.

Corrí escaleras abajo, el sonido de las maletas se mezclaba con el de mis sollozos. Y cuando estaba caminando por en medio de la sala, él apareció para mirarme como si fuera un fantasma.

—¡Amelie! ¡¿Qué mierda haces?!

Harry se aproximó hacia mí para tomar la maleta y jalarla, pero no lo permití, terminando por forcejear ambos.

—¡Para! ¡¿A dónde te vas?! ¡Esta es tu casa también! —gritaba mientras tenía entre sus manos mi maleta.

—¡¿Qué quieres que haga?! ¡¿Que me quede aquí después de todo?!

—¡Las cosas no tenían que terminar así!

—¡¿Entonces como debían terminar?! —solté la maleta y todo el peso golpeo a Harry.

Mis sollozos se hicieron presentes aún más fuertes.

Estaba completamente rota.

—Amelie...

—Perdón por no ser la mujer que esperabas, perdón por hacerte perder el tiempo, perdón por no poder ser la Amelie que conociste. Espero seas feliz con ella, pero antes debes saber algo —las palabras se me atoraba en la boca, no estaba lista para decirlo pero él debía saberlo. —Esa mujer consiguió quedarse contigo, esa mujer llegó a nuestra vida desde el primer momento para hacer hasta lo imposible por que la mires —suspiré, joder, no podía más. —Esa maldita mujer... fue la persona que me atropelló a propósito, por esa mujer, perdimos a nuestro hijo.

Harry estaba de piedra.

Harry no decía nada.

Harry estaba llorando.

Solté una vez más sollozos, entonces lo miré con lástima porque él se había enamorado de la mujer que mató a su hijo, el se había enamorado de una mala mujer.

—Te amo, Harry, y siempre lo haré.

Abrí la palma de mi mano, mi anillo de compromiso brillaba en ella, lo solté al piso. Lo solté y cayó en las rodillas de Harry. Porque él estaba llorando, lloraba en el piso.

Tomé mis maletas y salí de aquella casa, salí de ella para no volver nunca.

Stone Cold [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora