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Maratón 3/3

Harry.

Sus caricias llenan mi alma y mi corazón. Sonrió con los ojos cerrados sintiendo ese masaje satisfactorio, luego de varios minutos, mis párpados se abren y puedo ver a mi bella Amelie sonriendome. Me acurruco en sus piernas pero un gran bulto no me deja ir más allá.

—Ya falta poco para que desaparezca, nacerá en menos de un mes —su risita adorable alegra mis oídos. —Te amo.

—Te amo mucho más —la acaricio el vientre suavemente. —¿Cómo le pondremos?

—Alex —susurra ella. —¡Alex, ella fue, fue Alex!

De un momento a otro Amelie no estaba, todo esta oscuro, corro de un lugar a otro buscándola, sus gritos retumban en todos el lugar.

—¡Amelie!

—¡Harry!

Entonces abro los ojos para encontrarme con Alexandra.

—Cariño ¿Estás bien?

—¡Mierda! Me asustaste —toco mi pecho, mi respiración era agitada e irregular.

Había sido una pesadilla. Una arrogante e hija de puta pesadilla.

—Estabas gritando el nombre de tu ex.

Alex me miró sentada a los pies de la cama, algo aturdido aún la miré pero decidí ignorarla.

—¿Estabas soñando con ella? —vuelvo a fijar mi vista en Alex, su ceño está fruncido.

—Fue una pesadilla —respondo suavemente.

—Oh claro, con ella en tu sueño claramente es una pesadilla —llegó hasta mi costado para empezar a acariciar mis rulos.

Pero las caricias se sentían distintas.

—¿No tienes hambre? —pregunté rápidamente incorporándome.

—Si, un poco, la verdad andaba arreglando nuestra habitación y eso me ha dejado hambrienta —sonríe.

—Bajaré por algo de comer —le dije levantándome rápidamente.

Sin esperar su respuesta, bajé y pude darme cuenta en el camino que varias cosas habían sido removidas de su lugar. Los cuadros de fotos ya no estaban, tampoco la decoración de los muebles ni mucho menos los posters de Amelie.

La sala me era completamente ajena, me sentía en un lugar extraño, tan frío y solitario.

—¿Alex?

La oí bajar las escaleras para luego aparecer sonriendo, acción que desapareció al ver mi ceño fruncido.

—¿Qué ocurre, cariño?

—¿Por qué todo está tan... diferente?

Su expresión se volvió relajada.

—Ay, Harry, tenías que eliminar todo rastro de esa niñita, esas fotos me incomodaban, es como una falta de respeto para mí, además, sus posters los boté porque no sabía qué hacer con ellos. Las cajas con todo lo demás está en tu sótano.

La miré incrédulo de lo que ella había hecho. Entonces decidí ignorarla yendo hasta la cocina para comer algo. Luego de varios minutos, y como si me estuviera moviendo en automático, decido bajar hacia el sótano.

—¿A dónde vas? —su voz me detiene.

—Ordenaré un poco el sótano, veré qué sirve y que no.

—Está bien, guapo —me dio un pequeño beso al que seguí para luego bajar rápidamente.

Quizá esto fue una muy mala idea.

Miré a mi alrededor y me sentí tan abrumado que no pude poner un pie más abajo. Las ganas de llorar me atascaron al ver tantos recuerdos, al ver cómo toda esa magia que entre nosotros existió en algún momento, estabas extinguida.

Yo la había extinguido.

Cuando conocí a la que fue mi chica, recuerdo claramente haberle dicho a Louis: Ella va a ser mi novia, recuerdo verla cantar y brillar en el escenario, tenía una voz increíble, además de ser extremadamente preciosa, la mujer más hermosa del mundo ante mis ojos. Me sentí tan tímido y lejos de tenerla conmigo cuando la conocí. Era una mujer hecha y derecha a sus veintidós años, siempre sonreía y todo era felicidad estando alrededor de ella, eso me enamoró.

Amelie me enseñó a amar.

Cuando Amelie perdió a nuestro hijo, no tuve el coraje ni el valor de amarla nuevamente, de amarla con todas esas heridas que llevaría de ahora en adelante, la amaba, si, pero no con la intensidad de antes. La Amelie que conocí no se comparaba en ningún punto a la Amelie de este último año, fui testigo de como el brillo de mi mujer se fue apagando al punto de marchitarse completamente. Intentamos de todo y con todos los especialistas del mundo, pero no mejoró. Me concentré tanto en evadir ese tema de mi mente, que no quise tocarlo con ella jamás.

Amelie perdió todo contacto con el exterior y yo perdí todo contacto con Amelie. Entonces apareció Alex, quien ya era una vieja amiga. Ella me hizo dar cuenta de muchas cosas, de como era mi relación con mi novia y como ella podia ser muy infantil a veces. Alex era una mujer y creo que es lo que necesito en mi vida.

Debo admitir que no sé bien que estoy haciendo, no sé hacia donde correr ni como salvarme de este sentimiento de culpa. No me atreví a buscarla porque sé que fui un hijo de puta por dejar así, por decir que quería a otra mujer cuando no tengo la menor idea de que es lo que yo quiero.

Me permití llorar por lo que en algún momento fuimos y cuando menos lo pensaba, me encontraba en el suelo con varios libros de fotografías de ambos. Sonreí al recordar que a ambos nos gustaba lo vintage y que teníamos unas cámaras instantáneas.

Fotos de los dos sonriendo, una foto mía sacando la lengua y ella chinita de risa colgada de mi cuello, otra en donde ambos nos encontramos en el escenario cantando, porque habíamos hecho una gira juntos, otra donde ella está usando solo mi polera con un moño despeinado mientras yo la tomo de la cintura y la admiro.

Habíamos tenido todo.

Ella y yo eramos tan felices.

Ella y yo éramos indestructibles.

Entonces entre mis manos tomé aquella fotografía, una ecografía sobre su vientre con nuestras manos sosteniendola.

Y sollocé.

Porque ahora no solo había perdido a mi hijo, tambien había perdido a la mujer que amaba.

La idea me rondó, los gritos de Amelie se me hicieron presentes, recordé mi sueño y...

¡Alex, fue ella quien mató a nuestro bebé!

Miré en dirección a la escalera y con la fotografía entre mis manos, decidí afrontar esto de una buena vez.

🌻🌻🌻

¡Y con esto acaba la maratón bebés!

Gracias por leer, por comentar y votar. Realmente significa demasiado por aquí que lean estas lineas. Me dan muchos animos de seguirles escribiendo. 

¡Ahora sí nos vemos el día domingo o lunes!

¡Un besote, espero esten bien, cuidense mucho y vacunense!

Clau.

Stone Cold [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora