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Febrero, 2019

Harry.

—¡Una, dos y... tres!

Muchas voces desafinadas entonaban mi canción de cumpleaños. Mierda, los veintiseis habían llegado sin poder evitarlo.

Miré a mi alrededor, me encontraba rodeada de la gente que amaba, ellos eran las mejores personas en el mundo para mi, eran mi gente.

—¡Vamos, pide tu deseo! —mamá me animó a soplar mis velas con un signo de interrogación.

Me rehusaba a envejecer.

Voltee mi rostro, la vi en mi mente aplaudiendo mientras me miraba con sus ojos brillantes. Sonreía de las bromas que los demás hacían.

Ella era mi deseo.

Le tomé la mano, cerré los ojos y soplé.

Ella, siempre ella.

Los aplausos se hicieron presentes cuando abrí los ojos.

—¡Felicidades, mi amor! —me tomó entre sus manos para regalarme un beso que sabía a vino y amor.

—Gracias, princesa.

Y así pasó la tarde. Decidí no salir de fiesta ya que lo único que quería era estar con mi familia y amigos. Mamá y Gemma habían organizado una parrillada para mí.

Londres estaba frío como siempre pero eso no impedía que sienta en mi pecho el calor de sentirse querido.

—Amor —sentí la voz de Amelie mientras conversaba con Niall. El rubio se quedó mirándole y luego voltee para encontrarme con su sonrisa. —Me lo robaré cinco minutos, chicos.

Nos disculpamos con mis amigos para que ella me guiara hasta mi habitación.

Mientras la veía caminar delante mío, reí al verla tan chiquita a comparación de mi estatura. Un hoodie mío la envolvía además de una de mis gorras. Teníamos las mismas zapatillas y un jean suelto cubría sus piernas.

Ella cerró la puerta de mi habitación una vez dentro.

—Necesito que te sientes y que cierres los ojos ¿Ok? Debo darte mi último regalo —Amelie llevó sus manos hasta su gorrito y se lo retiró para ponermelo.

—Ya me diste muchos regalos hoy, amor, ya no es necesario —le sonreí mientras ella acomodaba el gorrito encima de mis ojos.

Desde comprarme la guitarra que quería hasta organizar un vuelo a Londres a pesar de nuestra agitada agenda.

—Sh —me silenció con sus dedos. —¿Ves algo?

No.

—Si —la molesté.

—¿En serio? —sentí que se movía por la habitación en busca de algo que cubriera mejor.

—Te estoy jodiendo —solté una carcajada y luego sentí un golpe en mi cabeza.

Era agresiva.

—Bien, eh... bueno, no sé que decir, solo... —la oí suspirar nerviosa. —Ten.

Sentí entre mis manos una pequeña caja.

—¿Puedo quitarme ya está cosa? Me pica la frente —escuche su risita y un sonido de asentimiento.

Lo hice y me encontré con una caja negra y un lazo. Amelie no decía nada, se encontraba sentada delante mío, mirándome expectante.

Destapé la cajita y el mundo se me detuvo.

Stone Cold [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora