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Amelie.

La sensación de presión en mi pecho se hacía presente.

Harry había invitado a esa mujer a mi casa, ella se encontraba riendo en la sala y hasta aquí podía oír su asquerosa voz. Enojada, abrí la puerta de mi casa para encontrarla muy cerca de Harry.

—Oh, hola amor —Harry se acercó para llevar sus manos a mi cintura y regalarme un beso, el cual no correspondí, me miró y entendiendo mi enojo, se alejó. —Alex vino a invitarnos a su cena de cumpleaños.

—Hola, niñita —su voz me revolvió el estómago.

—Gracias por la invitación, Alexandra, pero no la aceptaremos —sabía que esto podría costarme una gran pelea con Harry, sin embargo, me arriesgué y como la gran mujer ingeniosa que en algún momento fui, pensé rápidamente.

—¿Cómo? —dijo ella con su sonrisa hipócrita.

—Bueno, tendré que darte la sorpresa aquí —mierda.

—¿Qué sorpresa? —la mirada confusa de Harry llegó hasta mi vista.

—Pues es algo que debemos conversar en privado pero para esas fechas, mi novio y yo no estaremos disponibles —sonreí tratando de controlar mis ganas de llorar.

Ella seguía parada como una muñeca de torta. Nos quedamos en silencio, necesitaba que esta mujer se largara de mi casa cuanto antes. Necesitaba demostrarle que no era la niña estúpida que ella creía que era, debía demostrarle que este era mi hogar con Harry y que ella no podía aparecerse aquí, no después de lo que hizo. Le pedí a Harry que se ocupara de algo en la cocina mientras corría escaleras arriba.

Ingresé a mi armario para buscar entre mi ropa hasta que di con el. Me lo puse rápidamente para colocarme una pequeña bata encima, luego bajé cuando sentí que Harry volvía a la sala con ella. Al verme, tuve la expresión que esperaba de mi novio, y por un momento, solo por un momento, me sentí amada nuevamente por él. Moví el cinturón de mi bata, seductoramente mientras ella le contaba alguna estupidez a Harry, pero él, solo tenía la atención en mi. Descaradamente, la abrí para que viera lo que llevaba dentro, un babydoll de encaje, lo vi pasar saliva y entonces, la detuvo.

—Alex, creo que tienes que disculparnos, debo conversar unas cosas con Amelie —él se levantó del sofá y caminó hasta mí.

—No entiendo —dijo hasta que me vió al lado de Harry, le sonreí, sabiendo que ella sabía perfectamente lo que haríamos.

—Gracias por tu visita, Alexandra, te acompaño hasta la puerta.

Harry simplemente le dijo adiós con la mano para pegarse a mi con un chicle, sintiendo como ya estaba listo para mí. De esa manera, acompañamos a la tipa hasta la puerta, ella tenía una cara de horror, me sentía tan bien, tan empoderada. Harry realmente estaba perdido en su mundo, el pobre me tenía tomada de la cintura para moverse de un lado a otro, casi pareciera que quería empujar a Alex para que saliera de nuestra casa.

—Entonces nos...

—Si, adiós —Harry sonrió para cerrarle la puerta en la cara.

Reí, luego de mucho tiempo y entre risas y besos robados caímos sobre el mueble en el que había estado sentada esa mujer hace algunos minutos. Los ojos de mi castaño viajaron hasta mis pechos, sus grandes manos recorrían mi encaje de manera rápida y desesperada.

Las respiraciones agitadas era lo único que se escuchaba, Harry tenía su mano en mi cuello y de sus labios se escapaban pequeños gemidos con mi nombre. Hace tiempo no lo sentía tan cerca, hace tiempo no lo sentía tan mío.

Stone Cold [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora