Prestar atención

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Somos amigos, bueno eso es un comienzo.

Esos eran los pensamientos de México mientras camina hacia la sala de reuniones. Desde el primer momento en que vio a Alemania se quedó prendada a él. Ese primer instante fue hace ya varios años. ONU empezaba tarde la junta (cosa rara) así que en el salón reinaba el caos.

-¡SILENT! – se escucha un grito potente al abrirse la puerta. La organización azul hace acto de presencia. Se aclara la garganta, acomoda su corbata y coloca sus manos a la espalda.

-Buenos días. Empecemos con la reunión, como primer punto permítanme presentarle a República Federal de Alemania.

Un ser un poco más bajo a la organización entra y se coloca al lado de este.

- Guten Morgen, es ist mir eine Freude, Sie kennenzulernen/ Buenos días, es un placer conocerles- el hombre da una reverencia.

México, que tenia su torso en la mesa se yergue. Siente como si un viento le golpeara el rostro, aun cuando están en un salón cerrado. Lo que más le impactan sus ojos. Verdes cual jade recién pulido, pero con una sombra en ellos.

-Gorda, ¿Quién es el?-golpea el codo de su compañero de asiento.

- Hum? He? Germany. He is the son of Nazi. Pay attention once in your life./ ¿Hum? ¿Él? Alemania. Es el hijo de Nazi. Pon atención una vez en tu vida.

-Alemania-susurra.

Por un instante sus ojos se encuentran, jura que una pequeña sonrisa aparece en el rostro del tricolor europeo, aunque se desvanece tan rápido como surge.

Desde ese día comienza a verle en varios lugares. Ve como se aparta de los demás. Con el único con el que platica es Rusia, y sus conversaciones son breves. Su comida en la cafetería siempre es el mismo plato, y si no está en el menú solo toma agua. Que le encanta leer y sentarse en un solo lugar, si este está ocupado espera hasta que se van para ocuparlo.

Y en una ocasión ella tuvo que ir hacia la biblioteca de la sede. Buscaba un libro en particular que no encontraba en su territorio.

-Aquí esta- toma el libro buscado. Ve en una mesa una silueta ya conocida.

Alemania se encuentra dormido, con un libro abierto frente a él. Ve como tiene ojeras.

-Debe de estar realmente cansado. –quita un mechón de cabello de su rostro.

Voltea a los lados esperando que nadie le vea. Se acerca para darle un beso en la frente, pero a pocos milímetros se detiene. Se aleja del rostro y le coloca su saco, que reposaba en la silla, en la espalda.

-Mex, mex- un llamado le saca de su recuerdo- ¿Estas bien?- Alemania le mira de manera preocupada.

-Sí, solo pensaba en la inmortalidad del cangrejo.

- das?/ ¿Qué?

-Nada. Toma, pan ruso.

-Ah, gracias, es mi favorito.

-De nada. Rusia me dio un montón de su último viaje a su territorio.

-Leí el libro que me recomendaste, es muy bueno.

-Me alegra que te haya gustado. Corre que se acaba la natilla.-México toma la mano del alemán y empieza a correr.

-No tan rápido Mex, me voy a caer.

-No te caes, y si pasa me caigo contigo.

Y ambos se van corriendo hacia la cafetería.

Nota:

No me gustó mucho, siento que le falta. Pero hice mi mejor esfuerzo. 

Amorometro AlemexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora