Empatico

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México se encontraba en la oscuridad de la habitación. Si, pasaba por uno de esos días. Pero no podía hacer nada contra eso. Miro sus manos. Sus antebrazos mostraban profundas heridas que ella se había hecho con sus uñas. Suspira. Sabe que mañana vendrán las olas de comentarios:

¿Pero por qué te lastimas?

¿Acaso no te quieres ni tú?

Solo exageras. Todos pasamos por momentos difíciles.

Deja de intentar llamar la atención.

Bueno, mañana lidiara con eso.

Alemania mira el interior del salón. El asiento de México estuvo vacío. Ella llega tarde, pero casi nunca falta.

Con los papeles en mano corre hacia Argentina.

-¿Sabes dónde vive México?

-Sí, ¿para qué quieres saber?

-Quiero llevarle el resumen de la junta.

-Mira, si no vino es porque no quiere ver a nadie. A veces esa niña solo quiere sentirse importante.

-¿Tienes la dirección o no?- Alemania le mira de modo afilado.

-Sí, tranquilo. Toma.

-Danke

Llega hasta la dirección.

México escucha tocar la puerta. No quiere levantarse de donde está. Además ahora tiene sangre escurriendo de sus manos.

-Mexiko, soy Alemania.

¿Alemania? ¿Qué hace aquí?

-Vo...voy.

Pasa rápidamente al baño. Aplica agua esperando que la sangre deje de surgir. Toma dos toallas y las enrolla en sus antebrazos.

-¿Qué...que pasa?

-Me encargaron traerte el resumen de la junta.

Demonios ONU, lo hubieras enviado por correo.

Abre la puerta, colocando una mano detrás de la pared y la otra detrás de la puerta.

-Hola Ale.

-Hola, ¿puedo pasar?

-Veras, la casa está hecha un desastre.

-Entiendo. Aquí está el resumen.

-Gracias, puedes dejarlo en la jardinera, yo lo tomo.

-¿Te...te encuentras bien?

-Sí, estoy bien, muy bien.-sonríe.

-Bueno, me voy.

-Adiós Ale.

Al despedirse muestra la mano que estaba detrás de la pared, la toalla cae al suelo mostrando las heridas en su mano.

-Mex...

Ella solo desvía la mirada. Ahora empezaran a pedirle explicaciones, las condolencias y los regaños por lastimarse.

-Permiso.

Alemania entra a la casa. En verdad que dentro esta todo desordenado.

-Alemania, yo...

-Tu botiquín.

-¿Eh? En el baño.

Saca el botiquín, sienta a México en el sofá. También acerca un recipiente con agua tibia. Comienza con un paño a limpiar las heridas de la latina. México está sorprendida pero se deja hacer. Desinfecta y venda las heridas.

-¿No...no vas a preguntar por qué?

-¿Quieres decirme?

-No.

-Entonces no. Te preparare algo de comer, no has comido nada ¿cierto?

-No tengo hambre.

-Solo un poco.

Prepara una sopa, con cuidado le acerca un plato a ella y él se sirve. Comienzan a comer en silencio. En cada cucharada ella comienza a llorar.

Mientras ella se da un baño, él comienza a limpiar la casa. Para cuando ella sale de la habitación la casa esta impecable. Alemania le cura nuevamente los brazos.

Ya es de noche. Alemania está en la puerta de la casa.

-Te dejo algo de sopa en la cocina.

-Si.

-Toma, es mi teléfono. Puedes llamarme cuando quieras.

-Alemania, gracias.

-No tienes que agradecer.

Alemania comienza a irse, se detiene y regresa a la puerta.

-Am, Mexiko.

-¿Si?

-¿Nos vemos mañana en la sede?

-Claro.

Ella sonríe. Él le devuelve la sonrisa. Y se retira.

Alemania llega a casa. Se comienza a desvestir para tomar un baño. Al quitarse su camisa de mangas se muestran sus brazos. Las vendas los cubren. Retirándolas se muestran las heridas, ya en su mayoría viejas.

Sabe del sentimiento de sentirse poco. De despreciarse tanto como para lastimarse. También sabe que muchas veces los comentarios de los demás duelen más que las propias heridas. Pero en esa ocasión, al ver las heridas en la siempre sonriente México, sintió el dolor que ella no podía expresar. Sintió las uñas clavándose en su piel.

-Mex

Fue todo lo que pudo exclamar, dejo que las gotas de agua se confundieran con las lágrimas en su rostro. Esas lagrimas eran, a su pensar, las lágrimas que México no pudo derramar. 

Amorometro AlemexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora