Capítulo 011

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La semana siguiente volví a vivir en casa de la Yaya, mi casa. Al día siguiente de haber pasado a saludarla por el teatro cumplí con mi palabra y fui a almorzar con ella, me preparo un exquisito zarangollo murciano con patatas pues sabía que era, de sus platos, mi favorito. Mientras comíamos me contó sobre lo bien que había salido el estreno y lo ilusionada que estaba con el nuevo proyecto de comedia musical que estaba iniciando. Hablamos de mis presentaciones en el Satanasa y se rio imaginándome allí bailando. También le conté que había conocido a alguien y, si bien no le aclaré que probablemente ella también ya lo conociese, le dije que me hacía mucha ilusión lo que me estaba ocurriendo con aquel francés. Se puso contenta por mí y haciendo referencia a mi abuelo dijo "los franceses siempre saben cómo hacernos suspirar", me pidió que esta vez fuese con calma, sabía que cuando ponía en marcha el motor del amor yo no tenía freno y así me había estrellado las últimas veces.

Unos días después logré comunicarme con Félix, nos juntamos y pagamos su deuda, él también había juntado parte del dinero por lo que no necesite que la Calduch me prestase nada. Félix se disculpó por todo lo ocurrido y por haberme involucrado en ese conflicto, yo lo acepte, le dije que había quedado en el pasado y me ofrecí para ayudarlo a salir de aquella adicción, podía acompañarlo si lo necesitaba, me dijo que sí pero jamás volvió a atender mis llamadas supongo que él no quería abandonarlo.

Las últimas semanas de aquel verano fueron más tranquilas. Pase mis días con los amigos de siempre, Gerard y Joan nos dieron la revancha al básquet y logramos ganarles, aunque con algo de trampa ya que Marc se sumó a nuestro equipo bloqueando el avance de nuestros rivales. Después de aquel partido, finalmente Tania y Marc oficializaron su relación ante nosotros, se los veía radiantes y particularmente yo era muy feliz viendo a mi amiga tan plena junto a él.

Por otro lado, organice dos o tres noches de películas en casa con Ángel y Sara, en una de ellas se sumó Oliver quien estaba muy desconectado pues tenía la cabeza ocupada organizando un viaje por Estados Unidos para noviembre o diciembre.

Y por supuesto mis días se completaban con las visitas a casa de Gina y los paseos por el parque con Mina, a muchos de esos paseos se sumaba Elliot a quien pasábamos a buscar por el teatro luego de sus ensayos.

Una de esas tardes Mina estaba muy irritada y decidí sacarla a pasear antes del horario habitual, pasamos por la casa del francés y lo acompañamos hasta el teatro en lugar de pasarlo a buscar luego. Estábamos charlando en la puerta del recinto esperando que fuese su horario de ingreso, teníamos nuestras espaldas apoyadas contra la pared cuando Carmina bajo de un taxi y se dirigió directamente hacia nosotros...

- ¿Qué hacéis aquí? – pregunto acercándose.

- Todavía no es el horario... – respondió Elliot algo nervioso.

- Creo que no te habla a ti... – le susurre por lo bajo.

- ¿Qué hacen mis dos nietos favoritos aquí? – volvió a preguntar y nos saludó con dos besos a cada uno de nosotros.

- ¿Nietos? – soltó mirándome contrariado.

- Sólo salimos a dar un paseo y acompañamos a mi amigo a su ensayo.

- ¿La Calcuch es tu abuela? – me limite a asentir con una sonrisa.

- Así que un amigo francés – soltó mirándome con picardía – ya quisiera yo un amigo tan guapo – dijo mientras pasaba junto a Elliot y le palmeaba el hombros para luego entrar en el teatro.

- ¿Como es que Carmina es tu abuela y hasta ahora me entero?

- Pues... – me encogí de hombros – no voy por la vida enseñando mi árbol genealógico, tampoco conozco a tu abuela.

Yo, Bruno BergeronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora