Capítulo 006

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Era una tarde calurosa de mediados de Agosto, faltaba cerca de una hora para que el sol comenzara a ocultarse tras los edificios cuando busque a Mina y decidí llevarla en su carrito a dar un paseo, ella adoraba el aire libre y yo necesitaba un poco de sol sobre mi rostro. Las noches de discoteca y las tardes cuidando a Mina, ahora que Gina se había reincorporado a su trabajo después de haber sacado todas las licencias posibles, estaban por acabar conmigo.

Primero nos detuvimos en la plaza del barrio, me senté en un banco color verde junto a los juegos y la cargue en mis brazos. Mina sólo tenía seis meses, faltaba mucho para que pudiese disfrutar de aquel espacio pero me hacía ilusión ver como movía sus brazos y piernas al ver al resto de los niños jugar, parecía un pajarito pequeño intentando remontar vuelo. Estaba seguro que cuando el momento llegara no iba a poder si quiera parpadear para no perderla de vista, por suerte todavía quedaba tiempo para permanecer tranquilo. Una señora se sentó junto a nosotros, estaba con su nieto de unos cuatro o cinco años, que iba y venía correteando con un autito naranja y negro en sus manos, aquella fue la última vez que le explique a alguien que ella era mi hermanita, luego simplemente deje que creyeran que era mi hija pues era lo que todos creían al vernos. Ella todavía no hablaba para contradecirme (os juro que más adelante será imposible decir algo sin que ella tenga algo para acotar) y la verdad es que me daba pereza explicar mi vida a cada adulto cotilla que me cruzaba en la plaza o cualquier otro sitio donde llevase a Mina.

Abandonamos la plaza cuando noté que estaba cansada, la acomode y ate en el carrito sabiendo que iba a dormirse a las pocas cuadras. Me dirigí a la avenida para recorrer el centro comercial, quería dar algunas vueltecillas antes de regresar y también llevaba días queriendo comer unas porras por lo que me dispuse encontrar un sitio que las vendiese. Estábamos pasando frente a un comercio cuando me distraje mirando la vidriera sin frenar y, sin querer, golpee con el carro a quien salía de allí.

- Lo siento, estaba distra... – alce la vista y no pude terminar la frase.

- Ah bon? – soltó sorprendido y yo lo estaba igual que él, sí, la vida había puesto de vuelta frente a mí al guapo francés. Aquel día estaba aún más lindo, llevaba puesta una remera negra sin mangas con el cuello en v, un amplio y llamativo pantalón tres cuartos con cuadraditos de diferentes matices de verde y una ojotas negras. Esbozo una pequeña sonrisa al verme y eso me permitió bromear.

- Al menos esta vez no estoy intentando entrar a tu casa – solté divertido y luego rodee el carrito de Mina para acercarme a él – soy Bruno – dije extendiendo mi mano.

- Je suis Elliot, pero creí que aquí se daban dos besos – soltó mientras se acercó y me saludo con ambos besos en las mejillas – ¿Además de robar casas robas bebes? – preguntó divertido.

- No – reí – es mi hermanita, Mina.

- Ravi de te rencontrer Mina – soltó mirándola con dulzura aunque ella estaba a punto de dormirse – es un encanto... – hizo un ademan que me indico que estaba por irse, entonces me apresure en sacarle conversación.

- Puedo molestarte sólo un segundo – él asintió – me gustaría disculparme por lo que paso el otro día, yo...

- No tienes porque, sólo estabas parado frente a una puerta, yo no tenía un buen día...

- Yo tampoco...

- Pero si quieres disculparte ¿puedes ayudarme con esto? – preguntó sacando una pequeña pieza metálica de su bolsillo – es la única tienda que conozco que la vende y no tienen, es medio urgente ¿sabrás en donde puedo conseguirla?

Yo, Bruno BergeronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora