Capítulo 108

662 22 29
                                    

Antes de abrir los ojos sentí el calor de su cuerpo junto al mío y me sentí en paz al saber que las cosas estaban regresando a la normalidad. Abrí mis ojos, el cielo apenas estaba aclarando, mi brazo y mi pierna derecha rodeaban el cuerpo de Pol como un koala a su eucalipto y besé su pecho. Despegue mi cabeza de su contacto y alce el rostro para verle, él también estaba despierto.

- ¿No tienes frio? – pregunté cogiendo la manta que llegaba hasta mi cintura para extenderla sobre el resto de mí.

- No, tengo un monito dándome calor humano – chasqueé mi lengua e intenté apartarme pero su mano en mi cintura me detuvo – Ni lo intentes, no era una queja – aclaró y yo sonreí mientras me estiraba para alcanzar su mejilla y depositar un beso sobre ella. Volví a apoyarme sobre su pecho, cerré los ojos y disfruté de sus dedos acariciando mi cintura.

Desperté por segunda vez con la cabeza escondida bajo la manta, no sentí el calor de mi novio y estiré mi brazo buscándole pero ya no estaba. Aparte la tela y abrí los ojos con dificultad ante la luz del sol que invadía el lugar, necesitábamos cortinas con urgencia pensé. Me tomo unos minutos entender que estaba haciendo Pol debajo de la escalera.

- ¿Dónde has pillado una cinta métrica?

- Buenos días bella durmiente – dijo mirándome y guiñándome un ojo – La he comprado cuando regrese de correr.

- Joder – protesté porque su día siempre comenzaba al menos tres horas antes que el mío – ¿Qué hora es?

- Cerca de las diez – respondió continuando con su labor.

- ¿Has comprado una cinta métrica en lugar del desayuno?

- Pues tal vez pensé que como tienes que hacer buena letra te ocuparías de eso – fruncí el ceño agudizando la mirada pero él me ignoro al acuclillarse para tomar medidas – El desayuno está esperándote arriba – soltó unos segundos después.

- ¡Si! – festejé – Tu sí que eres el marido perfecto.

- ¡¿Qué?! ¡Ni de coña! – gritó levantándose y su hombro choco contra el borde de la escalera – Viviremos juntos – explicó con tono firme señalándome – Pero ni siquiera imagines que nos casaremos, eso no sucederá – sentenció.

- Calmita que solo ha sido una expresión – solté risueño al ver su cara de espanto.

- Te conozco Bergeron

- Si me conoces deberías saber que, si se me mete en la cabeza que nos casaremos, lo haremos... Así que no siembres la semilla – él meneó su cabeza y volvió la vista al hueco de la escalera.

- Ya he tomado todas las medidas – dijo unos instantes después mientras yo me estiraba aun en la improvisada cama.

- ¿Tendremos una biblioteca antes que una nevera? – volteó su rostro y me clavó la mirada.

- Vamos a dejar algo bien claro... – dijo acercándose al colchón – En este apartamento no está permitido romper ilusiones ajenas. ¿Vale? – preguntó con seguridad y yo asentí con una sonrisa. Luego me tendió la mano, sé que su plan era ayudar a que me levantase, pero cogí su mano y tiré de él tumbándolo sobre mí. Él maldijo al golpearse la rodilla contra el suelo y yo solté una carcajada mientras le abrazaba y besaba su cuello – Debes levantarte para desayunar, debo irme a currar – protestó Pol mientras acariciaba el contorno de mi cuerpo.

- Ni de coña – dije apretándole con más fuerte – Es nuestro primer día juntos y decreto que hoy nadie trabaja – Mi novio volvió a protestar, pero finalmente acabé convenciéndole de no currar, es verdad que ya estaba atrasado con la entrega pero como la propietaria aún estaba fuera del país podía postergarlo un día más sin mayores problemas.

Yo, Bruno BergeronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora