¿Qué sucedería si, entre todos los sucesos que ya conocemos, algunos sentimientos no pasan inadvertidos?
En Tokio no existe tregua para la guerra entre humanos y Ghouls.
Por un lado, Renji Yomo, a quien, tras la muerte de un ser querido, sólo queda...
Las pupilas de Renji se dilataron y su respiración se aceleró. Su vista se nublaba por gruesas lágrimas que se agrupaban contenidas en sus párpados inferiores.
" - Dios mío Renji... Estás vivo. - "
Estas últimas palabras resonaban una y otra vez en su cabeza. No conseguía asimilar la voz que se había dirigido hacia él, aquella que tanto había echado de menos y por la que había luchado día a día por no olvidar ni una sola nota.
Rorēna se postraba de bruces ante su pie derecho y abrazaba su tobillo con toda la fuerza que le era posible, mientras estallaba desconsoladamente en lágrimas.
El canoso se agachó para acogerla, aún en alerta por algún posible ataque del Investigador. Pudo sentir las convulsiones del cuerpo de la mujer, debido al llanto, al esconderla en su pecho. Este besó su cabellera, mojando sus labios de sudor y sangre, y la apretó más fuerte hacia sí.
- Estoy aquí... Tranquila... - Susurró, calmándola. - Perdóname por no haberte podido encontrar antes. -
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La expresión quebrada del Ghoul causó que la mujer levantase su rostro, dirigiendo además su dedo índice hacia un punto que se encontraba a poca distancia. - Por favor llevátela, poneros a salvo. No voy a aguantar mucho más. - Imploró.
El canoso rodó sus ojos en dirección al señalamiento y, fijando su vista, descubrió que se trataba de una infante la cual no llegaba al año de edad. Poseía una carita redonda y colorada, con rechonchos mofletes, de la que sobresalía unos grandes ojos verdes y largas pestañas, junto a una nariz chata llena de mocos y unos labios chiquititos y rosados. Su cabello anaranjado con una mecha blanca estaba completamente alborotado y su ropa exhausta. Esta succionaba su dedo pulgar, observando asustada.
- Ella... ¿Es nuestra hija? - Balbuceó, confuso.
Rorēna asintió con una débil sonrisa. Renji soltó una bocanada de aire, incrédulo, reprimiendo su comnoción con arduo esfuerzo.
