¿Qué sucedería si, entre todos los sucesos que ya conocemos, algunos sentimientos no pasan inadvertidos?
En Tokio no existe tregua para la guerra entre humanos y Ghouls.
Por un lado, Renji Yomo, a quien, tras la muerte de un ser querido, sólo queda...
- Cielo... Gracias a ti el plan se vino abajo. - Murmuraba, costosa, Irimi. La mujer se encontraba sentada, apoyando su espalda en una pared, abrazando su torso mientras se encontraba gravemente herida.
- Bueno, bueno, al menos nos salvó, así que... - Añadía Enji, en las mismas condiciones, palpando un gran boquete en su estómago. - Kaneki-kun... Irás, ¿verdad?
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El joven peliblanco les observaba de pie y, tras unos segundos sin articular respuesta, se alejó del lugar corriendo.
Irimi le observaba desaparecer, mientras el momento en la que Kaneki la salvó, de una muerte segura, volvían a alterar su mente.
*** Flashback. ****
- 10 años... 10 años he estado esperando. Tanto mi mentor como mis compañeros, fueron asesinados por ella. - Anunciaba Hachikawa, el Investigador Especial a quien le dieron la orden de acabar con el Perro Negro, impotente. Este descubría, del cuello de su traje, la parte inferior de su cara, completamente desfigurada, mientras rodaba sus ojos hacia uno de sus compañeros. - ¿Tienes algo más que decir, Investigador Especial Hirako? -
Hirako permaneció callado, observando como el otro Investigador se acercaba hacia la Ghoul pelinegra que yacía en el suelo, exánime.
- Haré una buena Quinque de ti. - Decía Hachikawa, dirigiendo su Quinque hacia su cuerpo.
Irimi abría sus ojos débilmente, mostrando su Kakugan. - Te estaré esperando en el infierno. -
- No hay otro lugar al cual vayan los Ghoules. -
Pero, antes de la maniobra que extinguiese la vida de la mujer, un Kagune se interponía entre ellos, golpeando ferozmente a Hachikawa y alejándolo de Irimi.
