¿Qué sucedería si, entre todos los sucesos que ya conocemos, algunos sentimientos no pasan inadvertidos?
En Tokio no existe tregua para la guerra entre humanos y Ghouls.
Por un lado, Renji Yomo, a quien, tras la muerte de un ser querido, sólo queda...
El reloj marcaba las 04:26 de la madrugada. Rorēna despertaba, mareada. Se levantó, apartando cuidadosamente el brazo del Ghoul, el cuál se encontraba arropando la cadera de la humana, para evitar despertarle.
Se dirigió silenciosamente hacia el baño, a pata coja, encerrándose en él. Renji abría sus ojos, desvelado por el movimiento de su compañera.
Rorēna se miraba en el espejo, angustiada. Deslizaba su parte superior del pijama y desabrochaba, delicadamente, la disimulada faja que se extendía sobre su abdomen. El vientre recuperaba su forma abombada, causando cierta frustración en el rostro de su portadora.
- Como sigas así, pequeño, vas a acabar conmigo ¿eh?... - Murmuraba, contemplando su cuerpo tras el reflejo, mientras palpaba su barriga para sofocar la molestia.
Tras esto, la mujer sintió la necesidad de arrodillarse junto al baño, para posteriormente vomitar.
Desde la cama, Renji refregaba sus manos sobre su cara, agobiado, mientras atendía a todo lo que estaba ocurriendo al otro lado del pasillo.
A la mañana siguiente, la humana fue sorprendida con un desayuno en la cama. El canoso, al darse cuenta de que Rorēna espabilaba, se sentó junto a ella.
- Qué aproveches. -
- M-muchísimas gracias, Renji. - Contestó, ruborizada. - No tenías que hacerlo. -
El Ghoul se encogió de hombros, mesuradamente, intentando disimular que, en su interior, andaba demasiado preocupado por el estado de la humana. - Has despertado antes de que me fuese. -
- ¿Ha pasado algo? - Cuestionó ella, fijándose en el fatigado y ojeroso rostro del hombre. - Parece que no has descansado mucho. -
Renji hizo un gesto de negación. - No, no ha sido por nada de eso... Tranquila. Últimamente las palomas se han obsesionado bastante con la cafetería y alrededores, quiero ver que se traen entre manos. - Rorēna tragó saliva, temerosa. - O... ¿Prefieres que me quede contigo? - Rebatió el Ghoul, tras captar el gesto de su compañera, para evitar preocuparla más de la cuenta y así no empeorar su situación.
- No te preocupes, debería acostumbrarme a esto. Ten mucho cuidado, por favor. - Dijo, algo triste.
El canoso asintió, con dulzura, mientras depositaba un beso en la frente de la humana y escondía su rostro en su gabardina, en un gesto introvertido. - En un rato vendrán Hinami y Touka para ayudarte con el plan de esta noche, llámame si necesitas algo. -
Viendo al hombre volver su espalda, ella agarró su mano. - Renji... - Este devolvió su atención hacia la mujer. - ¿T-Te apetece ir, después de cenar, al Festival que se celebra en el centro de Tokio? -
El canoso dejaba escapar una media sonrisa. - Me parece bien. -
Y, tras oír la respuesta, una chispa de ilusión invadieron las pupilas de la humana.
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