Capítulo 11.

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Rorēna rodó sus ojos hacia el Ghoul que se encontraba algo más al fondo, arrodillado. Ambos se miraron por un breve instante. Pudo comprobar que Renji se encontraba herido y aturdido, sintiendo un gran impulso de correr hacia él para socorrerle, pero dirigió su atención hacia el Investigador.

- Hola, Rorēna. - Preguntó el hombre de mediana edad, atónito de su presencia.

La mujer, apenas sosteniéndose en pie debido a los nervios, tragó saliva e intentó posicionarse.

- Hola, señor Ruisu. -

- ¿Cómo que has vuelto a Tokio? -

- Mis abuelos fallecieron. -

- Ya veo... - Contestó, con un tono afligido. Rorēna apretaba sus puños, dolida.

De repente, el Investigador sacó su quinque en un ágil movimiento, enredando su látigo en una de las piernas de la chica. Este hizo un suave movimiento de muñeca, causando que Rorēna cayese al suelo bruscamente, perdiendo el equilibrio. Volvió a guardar su arma. - Parece que sigues sin colocártela bien. -

La mirada de Renji Yomo se oscureció y su kagune se activó, ante la intervención del otro hombre sobre su amiga, en un gesto de protegerla. Sus ojos se abrieron como platos, quedando atónito al ver arrojada una prótesis inferior de pierna. La mujer palpaba con fuerza la zona de su rodilla, que terminaba en un desagradable muñón que sangraba tímidamente. En ese instante, el canoso logró comprender la extraña manía de la chica con su extremidad, la cual captaba en numerosas ocasiones.

 En ese instante, el canoso logró comprender la extraña manía de la chica con su extremidad, la cual captaba en numerosas ocasiones

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El hombre de más edad esbozó una media sonrisa, al ver la reacción del Ghoul.

Rorēna escondía su rostro a través de sus despeinados mechones cobrizos, completamente azorada.

De nuevo, la voz de Ruisu se dirigió hacia ella.

- Me alegro de volver a verte. -

- Yo también deseaba este momento con todas mis fuerzas. - Contestó la mujer, aún en la misma posición, temblando.

- Al final, después de todo, veo que conseguiste tu meta de ser una gran terapeuta ocupacional. Me enorgullece. -

- A ti no te enorgullece una mierda nada mío. -

El Investigador soltó una breve risa nerviosa. - Así que, ¿eso crees? - Ella asintió, levantando su mirada en un gesto de superioridad. - Eres la persona que eres gracias a mí, Rorēna. -

- Lo sé, y por eso sé que es tu culpa el que mi vida se base en una mentira

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- Lo sé, y por eso sé que es tu culpa el que mi vida se base en una mentira. Se basa en fingir día a día alguien que no soy, en haberme perdido por completo. En sentirme sola, en arrepentirme cada mañana de seguir viviendo. -

- ¿Preferirías haber acabado en como hubiese sido si yo no te hubiera enseñado todo lo que sabes? -

- Hubiese preferido cualquier cosa peor, mientras hubiese algún sentimiento de por medio. Eras todo para mí, y yo para ti no he sido más que un trabajo. -

- Hice de ti una gran mujer. -

- ¡Pero no la mujer que quiero ser! - Dijo, entre lágrimas de impotencia.

- Te hubieras convertido en tu padre. -

- A mi verdadero padre lo único que le ocurría era que necesitaba amor, al igual que todo el mundo lo necesitamos a nuestra manera. -

- Un drogadicto que sólo arruinó a tu familia, que causó que tu madre se suicidase, que tu hermano fuese devorado por un Ghoul porque no era capaz de volver a casa, que su hija fuese problemática y se quedase discapacitada de por vida... Y dices, ¿qué necesitaba amor? -

- Sí... - Balbuceó Rorēna. - Y yo le odié y rechacé toda mi vida... -

- Estás loca. -

- Lo sé, por eso te encargabas de tratarme, señor psicólogo. - Concluyó. Ruisu hizo un ligero gesto de molestia. - Hiciste que una cría confiase y encontrase en ti todo el amor, comprensión y atención que precisaba. Para luego hacer que cumpliese su sueño de estudiar Terapia Ocupacional lejos de aquí, olvidando todo su pasado, teniendo que superar todos sus traumas en solitario, que dejara de ser yo misma. -

- Era lo mejor para ti, siempre he querido cuidarte. -

- No me has cuidado de nada. Mis abuelos murieron sin ninguna respuesta acerca de la desaparición de su nieta. No pude despedirme de ellos ni decirles que les quería. Tú les dejaste morir así. -

Ruisu, alterado, comenzó a gritar dirigiéndose violento hacia la chica. - ¡¡Sólo quería alejarte de todo lo que te pasaba!! ¡¡Darte una nueva oportunidad de vida y que recibieses una buena educación!! ¡¡Un verdadero padre!! -

- Yo no soy tu hija, lo es Nozomi, Nozomi Sanchisu. Yo soy Rorēna. -

- ¡¡No sólo fuiste mi trabajo!! Yo quería... Quería... - Balbuceaba el Investigador, completamente en cólera. Se dirigió al Ghoul que se encontraba presenciando la escena a su espalda, asestando un golpe mortal con su quinque. - Protegerte. -

El canoso cerró sus párpados con fuerza, cortando su respiración, esperando al instante en que el movimiento del látigo acabase con su vida.

- Por fin me encuentro contigo, hermana. - Murmuró hacia sí.

Pero, los segundos pasaban y él seguía vivo. Abrió los ojos, inspirando fuerte, como si sus pulmones no hubieran captado oxígeno durante una eternidad, teniendo la sensación de que volvía a nacer.

Fue ahí cuando encontró a Ruisu Kinpatsu desplomado sobre el suelo, una cuchilla atravesaba su cuello de lado a lado. El Investigador dirigió su última mirada hacia Rorēna, que se encontraba junto a él, de pie, apoyando todo su peso sobre una de sus piernas.

- Me alejaste de todos mis seres queridos. No pienso permitir que me separes del hombre al que amo. - Balbuceó la chica.

Una última expiración invadió el cuerpo del Investigador, dando fin a su vida.

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Monstruo. (Renji Yomo - Tokyo Ghoul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora