II

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Son las diez de la noche y no he logrado conciliar el sueño.

Me he preparado un té y he decido sentarme en el pequeño balcón que hay en mi cuarto. Estoy en el piso diez y suele hacer que al mirar hacia abajo las personas se vean diminutas, como nuestras insignificantes vidas.

Veo caer las gotas y reír de algunos que pasan corriendo.

Si fuera ellos ya estaría saltando sobre los charcos que se forman con esta lluvia como solía hacerlo con papá.

Pero percato que entre el bullicio de gente va un chico, alto, rubio bien vestido con traje negro, lleva las manos en los bolsillos y su caminar es bastante relajado, como si no le importara el hecho de estar mojandose como a los demás.

Es de los míos.

Rápidamente corro en dirección a mi cajón de noche en busca de mis libretas.

Y decido dibujar aquella silueta del chico. Como dije anteriormente suelen ser mis inspiraciones.

Estaba haciendo algunos acabados de su espalda algo ancha hasta que me di cuenta que al voltearme nuevamente a su dirección el se había quedado parado mirando hacia mí balcón.

Desde aquí no logro ver su rostro bien y es una lástima, el dibujo sería perfecto.

El no deja de mirar y yo no voy a desperdiciar aquella oportunidad de retratar. Alterminar el dibujo trato de enseñárselo ya que extrañamente sigue ahí parado. El ladea su cabeza e intenta dar un paso hacia delante pero se arrepiente al instante volviendo su andar hacia el lugar al que seguramente va.

Me despido con la mano, cualquier persona sensata pensaría que todo esto es una locura y que no debí haber hecho eso, pero ya les dije lo anormal que suelo ser. Después de aquel raro encuentro en el balcón me ha dado sueño y lo he aprovechado aunque por alguna extraña razón sentía una sensación de que ahora era a mí a la que observaban.

-Por qué lo has saludo, eso es muy imprudente.

-Nos separaban unos cuantos metros de ancho y sobre todo de altura.

Al salir de la universidad como de si de tradición se tratara he venido con Jul, quien ahora esta enojada por lo que le he costado.

-Eso no es impedimento para los locos.-recrimina.

-No hablas así de mi gente.

Ella me mira seria, quiere reñirme y darme consejos y puntos de vistas que siendo sincera, conozco y no suelo tomar.

-Ya pasó, no volveré a verlo además esta el hecho de que no es el único al que he dibujado.

Después de todo, todo lo que veo suele ser ilustrado en mi libreta al igual que mis pensamientos, mis experiencias y mi día a día.

Se puede decir que son los objetos más valiosos que tengo, antes era mi padre pero ya estiró la pata.

Maldito, ahora soy yo quien tiene que pagar sus cinco minutos de gloria.

-Trata de ser más prudente la próxima vez y pide permiso ante todo.

Me río al mismo tiempo que niego divertida.

-Si hay algo que aprendí de mi padre es a nunca pedir permiso.

Ella chasquea la lengua y ahora la que niega solo que enojada.

-Alegrate más bien- palmeo su hombro suavemente- he pasado todos mis parciales.

Rápidamente se levanta de su asiento para venir a mi a paso veloz y darme un eufórico abrazo.

-Igual de inteligente que tu padre.

Aunque no queramos hacerlo siempre terminamos nombrando a mi progenitor en nuestras conversaciones.

Yo lo extraño porque era el único con el que hablaba de todo y July porque aunque no lo dijera en ese entonces estaba enamorada de él y aún presiento que sigue siendo así.

Ninguno de los dos fue capaz de hablar sobre lo que sentían uno por el otro y fue lo mejor ya que miren como terminó mi papá.

BÚSCAME [Parte 1 Y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora