11. cena.

174 18 0
                                    


los días pasaban muy tranquilos, como nunca baji no salía muy seguido de su hogar y no platicaba con absolutamente nadie, ni sus amigos o sam. pensaba en lo que había hecho y las palabras del padre de sam, sin embargo pensaba positivo a su favor, de que quizás a cuantas otras victimas libró de un enfermo como ese, o también al recordar el testimonio de su madre.

—¿no irás a clases?— preguntó la madre del pelinegro mientras iba de una habitación a otra.

—no me siento bien.— dijo y su madre se acercó a poner su mano manchada con óleo en su frente.

—no tienes fiebre, Baji.—se cruzó de brazos mirando a su hijo quién tenía la mirada fija en un lugar.—¿es por alguna niña?— preguntó sonriendo y el pelinegro frunció el ceño.

—déjame tranquilo.— pidió sentándose a tomar el té matutino que se le enfriaba.

—hijo, sabes que puedes decirme lo que sea.— le sonrió dulce y baji la miró con pena, jamás le confesaría algo que la haría sentir tan mal, finalmente asintió como respuesta.

su madre se retiró a la habitación en la cual hacía sus cuadros y pinturas, dejando a su hijo sentado solo en la mesa, de mañana batallando con muchos pensamientos.

su madre de pequeño le enseñó el respeto a las mujeres, a comprender lo difícil que era para ese género el simple hecho de existir en una sociedad machista, más en Asia. contando así a su hijo un abuso que sufrió en su adolescencia. como cualquier hijo o hija, baji sintió una impotencia al saber de tal relato, puesto que es normal amar tanto a una madre y el hecho de saber o imaginar a alguien haciéndole daño, simplemente te desata los hilos y enrabias, rabia  similar que sintió nuevamente cuando sam se vio violentada.

cerró su puño con fuerza y se prometió jamás volver a sentir algún arrepentimiento por haber acabado con una escoria así y jamás permitir una situación así, sea alguien conocida o no.

salió de casa temprano y fue al lugar de los hechos. la mañana estaba helada, aún cuando el sol estaba tan presente, típico clima de septiembre. caminando por la gran plaza vio a lo lejos en un basurero el gran oso que sam le había regalado, se acercó a mirarlo. por alguna razón no pensaba recogerlo, no fue importante cuando sintió un maullido. baji frunció el ceño para darse cuenta de que bajo una tela de escarcha yacía el minino que los había perseguido junto a sam.

—tú.— dijo baji agachándose para cargar al helado gato, quién se incorporaba en los brazos del pelinegro como buscando protección.

a baji le encantaban los animales, especialmente los domésticos, pero debido a que vivía en un departamento no podía tener mascotas. intentó estimular con una flor que cortó del pasto al gato, pero este flojamente lo seguía, por lo que baji supuso que tendría hambre. metió su mano a su bolsillo y salieron un poco de monedas, no era mucho, pero podría alimentar al gato. con el minino en brazos fue a una veterinaria y le compró alimento, volvió a la plaza y se lo dio.

mientras el gato comía lo miraba y sabía que no podría dejarlo vivir ahí. una vez el gato acabó de comer, el pelinegro tomó su celular y marcó.

—oye necesito un favor.— pidió sin quitar la vista del gato.

—baji, ¿por qué has venido a clases?, ¿supiste que murió uno de moebius en la última pelea? mikey nos convocó luego de eso y-

—necesito un favor, chifuyu.

—claro, dime.

—necesito que me cuides un gato.—decía ahora mirando a los lados.

—ni loco, mi madre es alérgica.— respondió enseguida.

favorite crime; keisuke baji || htrsxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora